Querido/a lector/a, he leído en la prensa que Luis de Guindos, el ministro de Economía, ha querido ajustar cuentas con las agencias de rating, de calificación de la deuda, y para ello no va a renovar el contrato con las agencias estadounidenses Standard Poors, Moody’s y Fitch.

Para que nadie se despiste quiero aclarar que estamos hablando de esas empresas que en teoría son independientes, están altamente cualificadas y se dedican a evaluar y poner nota a la solvencia económica de los Estados y su capacidad para devolver las deudas contraídas. Me refiero, para ser más concreto a las tres mencionadas, a aquellas agencias que no hace mucho y con la aparición de la última crisis, la de origen bancario, pusieron a la UE en general y, a la España de Zapatero en concreto, contra las cuerdas. Eran las que provocaron alarma social, las que suprimieron la calificación A de España (cosa rara en un Estado), las que empezaron a hablar del bono basura español, las que ayudaron a debilitar la credibilidad del gobierno y ante el mundo solicitaron indirectamente el rescate.

Bueno pues ahora, Luis de Guindos, al explicar la no renovación del vínculo o contrato, dice que no hacen falta, ya que existe suficiente información para valorar la deuda. Además, sigue diciendo, lo harán porque lo demandan los inversores extranjeros. Pero, al tiempo, deja caer que no son de fiar. Es más, cuando buscas encuentras que la Autoridad Europea de Valores y Mercados las acusa de falta de profesionalidad y transparencia en los informes. Incluso, son tan poco de fiar que algún banquero ha comprado acciones de las mencionadas agencias para influir en los resultados. Pero, lo llamativo es que eso ya se sabía ayer cuando Guindos utilizaba las calificaciones de esas agencias contra el PSOE y las reconocía como la voz de Dios. Así que, esta pequeña historia, es una historia de falsedad e hipocresía.

*Analista político