Las declaraciones realizadas hace unos días por el que fue ministro de Fomento en sustitución de Ana Pastor y actual ministro de Justicia, Rafael Catalá, en relación al corredor mediterráneo exacerbó a la clase política valenciana, y más especialmente a los componentes del bipartito ejecutivo del Consell de la Generalitat, PSPV y Compromís, que han descubierto haciéndolo suyo (antes no tanto) el discurso reivindicativo de la necesidad del Corredor en el contexto de su lista de argumentarios políticos sobre la discriminación valenciana en materia de inversiones públicas y financiación autonómica por parte del Gobierno central, presidido por Mariano Rajoy.

El ministro Catalá vino a decir que hay un tanto de exageración en relación a la importancia estratégica del corredor mediterráneo de mercancías en términos cuantitativos, teniendo en cuenta los tráficos actuales, donde solo un 3% del transporte de mercancías se realiza por ferrocarril y sabiendo quién es el responsable de operar. Y claro, ardió Troya. El Consell salió en tromba y demonizó, con toda la razón eso sí, al ministro de injusticia ferroviaria.

Varios miembros del gobierno autonómico evidenciaron lo evidenciable. Que el corredor ferroviario que debe recorrer toda la cornisa mediterránea y que repercute en números positivos de PIB en cuatro comunidades autónomas por ser imprescindible para ellas, es además una cuestión de Estado y una cuestión de Europa, tal y como lo ha declarado la propia Bruselas.

Que ese corredor conecta los cuatro primeros puertos de España, entre ellos dos de los seis más importantes de Europa, por los que pasan el 70% de las exportaciones españolas. En un momento, además, en que la economía de nuestro país resiste y existe principalmente gracias a los mercados exteriores.

Que ese corredor, en contra de la alusión exclusiva de Catalá, tiene una variante económica más allá de las mercancías. Como decía el secretario autonómico de Infraestructuras, Josep Boira, al expresar su indignación, es un corredor para los ciudadanos. Es decir, es un corredor básico para una de las industrias básicas de este país, que tienen en la vertiente mediterránea su focalización más importante: el turismo.

Que ese corredor, además, posee un vacío discriminatorio indecente. A estas alturas del siglo XXI no une la segunda y la tercera ciudades de nuestro país, ubicado en la élite, Europa occidental, del primer mundo.

Que ese corredor, un paso natural de personas y mercancías desde la antigüedad por ir paralelo al mar, ha sido contrario siempre a las tesis centralistas que han configurado este país en un sistema radial anacrónico, ya con la circulación de mercancías y personas de la economía global en la que vivimos. Y que por esa causa no ha recibido el tratamiento inversor que debería prácticamente nunca, a pesar de las recomendaciones europeas de los últimos años.

Que ese corredor, por lo tanto, siempre ha estado inacabado por no estar actualizado acorde a los tiempos. Cuestión que ahora se manifiesta con toda su acritud en la lentitud de su puesta al día para las necesidades de la economía mediterránea en concreto y española en general. Su adecuación por indicación europea lleva un retraso de dos décadas y cuando se procede a su obligatoria adaptación se elige la más barata, añadir un tercer carril, que para más pesar, cuando esté acabado será ya obsoleto, y renunciando a una doble plataforma para mercancías y pasajeros que permita el tránsito tanto de cercanías como de alta velocidad de norte a sur.

Y para no continuar más con el argumentario, el último referido a nuestra provincia. Porque en ese corredor de tercera, Castellón es, como suele suceder, la más perjudicada, la última en conectividad. Ya que el tramo entre Castellón y Tarragona ni siquiera tiene proyecto de redacción aún. Es como un páramo en tierra de nadie del que nadie sabe nada y del que nadie se ocupa.

Quizá por ello, por la provocación de Catalá y por todo este argumentario que ha agotado el Consell hasta la saciedad, estos días, la asociación de empresarios AVE, la que reúne a los más potentes de nuestra Comunitat ha elegido este tramo para escenificar mañana lunes la última de sus cada vez más frecuentes acciones en reivindicación del Corredor. Protagonizarán un encuentro empresarial al máximo nivel con los empresarios de la vecina Cataluña a fin de urgir rapidez, más amplitud de miras con un corredor en doble plataforma y en exigir de una vez por todas una apuesta inversora destinada a un territorio cuyo retorno es capaz de garantizar mucho antes y con más repercusión económica que cualquier otro.

Y quizá también, lo que el próximo 2 de marzo iba a ser una cumbre más política que económica entre la Comunitat Valenciana, Baleares y Cataluña en Valencia, a la que se ha sumado Aragón a última hora, se convierta ahora en una reivindicación unánime frente a Madrid en aras a enfatizar un territorio mediterráneo más cohesionado que precisa de un corredor económico inmediato.

Como vemos, reacciones políticas y económicas a una situación estratégica precaria que cercena la competitividad y el desarrollo, pero que no serán tenidas en cuenta hasta que la sociedad civil mediterránea las interiorice, las haga suyas en toda su amplitud y las introduzca en su ideario colectivo para exigirlas. Y desgraciadamente creo que aún falta mucho para esa fase.

*Director de Mediterráneo