Benjamin Franklin decía: «Donde mora la libertad, allí está mi patria». La libertad, algo tan sublime, tan inherente al ser humano, quién iba a decirnos que en pleno siglo XXI tendríamos que luchar por la libertad.

Vivimos unos tiempos en que nos dicen cómo pensar, cómo vivir, cómo hablar a nuestros hijos, qué es lo adecuado en cada momento, qué es y qué no es machista, qué es correcto y qué no lo es.

Nuevos políticos para nuevos tiempos, tiempos inciertos, en los que se vuelve a años pasados y que crean diferencias entre los ciudadanos. Los que están en el buen camino, los que agachan la cabeza y piensan como el poder, y los que simplemente quieren que les dejen en paz.

NOS CAMBIAN las tradiciones, las banderas, los himnos, los eliminan de la historia y nos hacen creer que nunca existieron. Nos inducen el pensamiento único, una lengua, una cultura, una ideología. El osado que levanta la voz es un fascista, un bárbaro, un cutre, un antidemocrático, así que estamos inmersos en la absoluta inacción de los gobiernos progres, jóvenes con ideas antiguas, que redactan manuales de estilo y dicen cómo tenemos que hablar, qué nombres hemos de poner a nuestros hijos, nos enseñan a desterrar nuestros propios orígenes e inventar otros que comulguen con el régimen imperante.

No les importa cambiar de criterio. Una prueba de ello es que el PSPV-PSOE en Castellón ciudad se negó a entrar en la Concatedral de Santa María en las primeras fiestas de la Magdalena, pese a que la masiva Romeria de les Canyes es un acto penitencial. Pero son hipócritas a más no poder y ante la llegada de las elecciones, este año sí entran, porque no tienen criterio y son unos hipócritas, defienden en cada momento lo que les interesa.

Quieren separarse de sus socios de Compromís pero luego no dudan en votar con ellos las trabas que imponen a tradiciones, como es el caso del bou al carrer...

HOY EN DÍA es necesario, por dignidad abrir antiguas heridas, tirar abajo símbolos que no hacen más que recordarnos nuestra propia historia, buena o mala, cambiar los nombres a la ciudades, a las calles o a las personas. Si no te llamas portavoza eres machista y si dejas pasar a una mujer también, pero eres «guay» si llamas a una mujer «chimpancé con ballesta».

Normas y reglas que te obligan a pensar como ellos, a hablar como ellos, e incluso a educar según su doctrina. Y en medio de todo eso, del régimen, la gente reclama libertad, para decidir, para sentirse de aquí y para sentirse español, para mostrar su orgullo por una tierra en la que la gente ha mostrado su talento y lo lleva por todo el mundo, para decir que no queremos enfrentamientos ni fronteras, en definitiva, para sentir orgullo de Castellón.

*Secretaria general del Partido Popular de Castelllón