Querido lector:
El Gobierno de España está invirtiendo este año en obra pública más en Melilla que en la provincia de Castellón. Por supuesto, no es por hacer de menos a esta ciudad autónoma, pero no es de recibo que 600.000 habitantes reciban menos inversiones que 80.000. Y este no es el único dato objetivo que sirve de ejemplo de la discriminación presupuestaria con nuestra provincia. Les indico un par más: Castellón es la novena provincia por la cola en inversiones públicas del Estado y Castellón en los ocho primeros meses del 2014 ha recibido la irrisoria cifra de 6 millones de euros para obras del Gobierno central.
Y eso que 2014 era el año de la construcción del corredor mediterráneo y del AVE, según los presupuestos generales. Es decir, el Estado ni está invirtiendo ni va a cumplir las inversiones previstas.
Pero aún hay más. Si a esto le sumamos la ridiculez más absoluta en inversiones de la Generalitat, la otra administración que tiene la obligación de responder a las necesidades en infraestructuras de nuestra provincia, 800.000 miserables euros, obtenemos un panorama totalmente desolador. Con estas ridículas cifras y con las necesidades perentorias en infraestructuras que tiene la provincia, no es de extrañar que los empresarios castellonenses protesten por la doble discriminación de pertenecer a una doble periferia y que alcen la voz de alarma para evidenciar que de esta manera la economía castellonense nunca va a conseguir el nivel de competitividad que sí tienen otras economías similares a la nuestra. Lo que significa una hipoteca ahora y lo que es peor, también en el futuro. O lo que es lo mismo, la imposibilidad de salir de la crisis y crear empleo.
Se acerca el tiempo de la elaboración de los presupuestos y el momento de las advertencias. Es lo que han hecho los empresarios de Castellón al comprobar esta cruda realidad. Una realidad que no se soluciona con llamaditas de Fabra a Montoro, que ya hemos visto para qué sirven, sino con acciones más contundentes y más directas, que ya veremos si se accionan.
