El pasado martes el autócrata Artur Mas llevó al Parlamento español el debate sobre una iniciativa del Parlamento catalán que pide la cesión de la competencia para convocar una consulta soberanista. Es curioso que para tan magno encuentro, se quedara en casa. Quizá Artur debería leer “más” historia y saber que cuando uno se convierte en adalid de una idea lo decente es dar la cara. Wellington, en la batalla de Waterloo, tuvo que arengar doblemente a sus tropas, ya que la mera presencia de Napoleón en el campo de batalla equivalía a 11.000 hombres. Tal vez si hubiese estado presente, uno de sus interlocutores no hubiese dicho una tontería como la de que Cataluña es una de las naciones más antiguas del mundo. Afortunadamente, el resto de formaciones ha hecho frente común. Así, Rubalcaba dijo que no se puede preguntar a unos cuantos algo que afecta a todos y Rajoy que no se concibe una Cataluña fuera de España y de Europa.

El filósofo Bertrand Russell dijo: “Gran parte de las dificultades por las que atraviesa el mundo se debe a que los ignorantes están completamente seguros y los inteligentes tienen dudas”. Es el llamado Efecto Dunning-Kruger o paradoja del incompetente. Es decir, un sesgo según el cual personas con escasos conocimientos sufren de un efecto de superioridad ilusorio considerándose más inteligentes que otras personas más preparadas que ellos (exempli gratia Artur Mas). H

*Psicólogo clínico

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