La Cuaresma es un tiempo de gracia y de salvación. El tiempo cuaresmal es como una peregrinación que nos prepara a la celebración gozosa de la Pascua de Señor; por ello, es también una etapa en nuestro camino hacia la cumbre santa de nuestra propia resurrección. La palabra de Dios nos invita a ponernos en camino hacia la Pascua con una vida renovada,. Este tiempo santo nos ofrece a todos la oportunidad de renovar nuestro espíritu de fe, de avivar nuestro amor a Dios y a los hermanos, y de fortalecer nuestra coherencia de vida con el Evangelio.

Dios es misericordia y amor infinito. En su hijo Jesucristo, Dios sale a nuestro encuentro, se hace cercano los hombres y nos reconcilia consigo, con los demás y con la creación. Los medios que nos preparan para el encuentro con Dios son los descritos por Jesús en el evangelio: la oración, el ayuno y la limosna. Ese triple ejercicio nos ayuda a que el paso de Dios por nuestras vidas no sea en vano. Es verdad que la oración, el ayuno y la limosna son acciones por todos conocidas. Pero ¿las hacemos y las hacemos bien?, ¿las hacemos simplemente porque están mandadas?, ¿sabemos ir más allá del puro formalismo?

La oración es estar con Dios, dejarse hablar e interpelar por Él. Dios nos precede siempre. La oración es una práctica vital para nuestra vida espiritual. Tonificados, iluminados por la oración, nuestro trabajo será distinto y se tornará auténtico apostolado. Junto a la oración, el Señor nos propone el ayuno. El ayuno es autocontrol, negación de sí mismo, ascesis, búsqueda de un equilibrio en nuestra escala de valores, renuncia a las cosas superfluas, incluso a lo necesario, sobre todo si su fruto redunda en ayuda a los más necesitados. El ayuno de los ricos debe convertirse en alimento de los pobres. Ayunar no solo de alimentos materiales, sino también de aquello que engorda nuestro orgullo y bloquea nuestra apertura a Dios y al hermano. Junto a la oración y al ayuno, el Señor nos propone el ejercicio de la limosna. La obra clásica cuaresmal de la limosna, es ante todo caridad, comprensión, preocupación activa por el bien del otro, amabilidad, perdón, aunque también limosna a los más necesitados de cerca o de lejos. Hemos de saber compartir nuestro dinero. Pero también nuestro tiempo. H