El Gran Hermano que anunció George Orwell no solo existe. En la era de la información disfruta de una serie de instrumentos cada vez más sofisticados. Pero, sobre todo y para más inri, goza de la bendición política de un sistema democrático.

Las revelaciones publicadas por los diarios The Guardian y The Washington Post acerca de los programas de vigilancia masiva de las comunicaciones telefónicas y vía internet hechas por la Agencia Nacional de Seguridad (NSA, en sus siglas en inglés) ponen de manifiesto el alto grado de erosión de las libertades públicas en EEUU, iniciada con la Patriot Act, la ley aprobada en el 2001 tras los atentados del 11-S.

La política que el candidato Obama condenaba de su antecesor, George Bush, en el 2008, ahora se bendice en la Casa Blanca demócrata, que la defiende en base al dilema entre seguridad y libertad y a la falsa disyuntiva entre internet o privacidad. Según el presidente de los Estados Unidos no se puede tener un 100% de seguridad y un 100% de privacidad. Y si hay que sacrificar alguna, es la última.

En defensa de la actividad de la hasta ahora muy discreta NSA, a la que el Gobierno norteamericano ha dedicado ingentes recursos financieros en los últimos años, Obama ha dicho a los estadounidenses que no deben preocuparse porque no escuchan las conversaciones de nadie.

Lo que hacen los programas que acceden al historial telefónico de millones de ciudadanos en todo el mundo y al tráfico de correos electrónicos y otro material en internet es recabar los metadatos.

Pero, como se ha explicado, esta información permite saber lo que hace el ciudadano en lugar de escuchar o leer lo que dice. Simplemente control al fin y al cabo. Pero hay más. Con un crecimiento velocísimo del universo digital y la desaparición de las fronteras en el ciberespacio, cualquiera persona en cualquier lugar puede ser objeto del espionaje de los programas de la NSA porque prácticamente toda la información circulante en la red mundial pasa por los Estados Unidos.

Las empresas a cuyos servidores tiene acceso la agencia de espionaje se llaman Google, Facebook, Yahoo, Apple y Microsoft. Todas son estadounidenses y están presentes en cualquier rincón del mundo. Los programas de vigilancia masiva e indiscriminada son una injerencia inadmisible en la vida privada por mucho que cuenten con el beneplácito del Congreso estadounidense y la supervisión de un tribunal especial para estos casos.