Querido/a lector/a, ha muerto un ilustre vallero Eleno, el del barrio Toledo. Alguien que ha construido una personalidad tan propia que no necesita que escriba su apellido para que todo el pueblo sepa de quien hablo. Un digno ciudadano que, como tantos otros de la Vall d’Uixo, no nació en la Vall. Eleno vino al mundo en Chilluévar (Jaén). Y es que a la Vall, durante los años 50, llegaron inmigrantes de Andalucía, Extremadura… atraídos por el empleo que ofrecía la fábrica de calzados Segarra, intentando escapar del hambre y buscando una vida digna y un futuro de esperanza.

La verdad es que no eran tiempos fáciles. Acampaba la represión, el subdesarrollo y la Vall no disponía de los equipamientos colectivos necesarios que facilitaran una integración social rápida. Por ello, en los primeros momentos, Eleno y su familia empezaron viviendo en condiciones muy precarias. Pero, por lo visto, parece que le sirvieron a Eleno para forjar su espíritu solidario y de firme compromiso. ¡Si! He dicho compromiso. Cierto. Con su barrio y sus gentes potenciando asociaciones cívicas que tenían como objetivo organizar a los ciudadanos para defender sus derechos y solucionar sus necesidades básicas. Compromiso, también, con sus ideales políticos de izquierda, con su partido el PSPV-PSOE al que nunca le pidió cargos ni honores porque para el la política solo era una herramienta al servicio de los que nada tienen. Compromiso importante y, posiblemente el más fuerte, con su familia, a la que adoraba y de la que hasta el último momento recibió muestras de sentido afecto…

Querido/a lector/a, ha muerto y hemos enterrado a un vallero muy digno. Y digo digno, porque se respeto a si mismo y exigió a los demás que lo respetaran. Un hombre que cuando vino a la Vall vivió en condiciones insalubres y, el día de su muerte tenía alcaldes al lado de su féretro. Descanse en paz.

*Analista político