Todos hemos oído alguna vez la frase de Albert Einstein en la que aseguraba que había dos cosas infinitas, el universo y la estupidez humana, y que del universo no estaba seguro, de la estupidez humana sí. Eso se puede pensar al leer el libro Vive, de Rosa González Soldado quien cuenta cómo ha logrado salir adelante tras una terrible experiencia.

La noche del 10 de octubre del 2006, con 22 años, conducía junto a una amiga por la AP-7 cuando un vehículo chocó con ellas. Un camión que vio el golpe paró y puso las luces de emergencia. Tanto ella como su amiga salieron del coche para auxiliar a la conductora que les acababa de golpear. En ese momento, otro coche que iba a 110 km/h, pese a ver las luces de emergencia, pasó arrollando a Rosa y a su amiga (que murió en el acto). Rosa fue arrastrada casi 50 metros bajo el guardabarros del vehículo. Resultado: pulmones e hígado reventados, costillas y vértebras rotas, la pelvis abierta, el pubis partido, la tibia y el peroné destrozados y el bazo troceado, por lo que estuvo a punto de desangrarse. Desahuciada por médicos, estuvo en coma 18 días y 42 en la Unidad de Reanimación del Hospital La Fe. Ahí empezó un sinfín de operaciones (más de 30) y de largas sesiones de rehabilitación. Pero, por si esto fuera poco, tuvo que hacer frente a un proceso judicial por el accidente. Resulta que el chico que les atropelló reclamó daños y perjuicios por el estado en que quedó su vehículo y por unos supuestos daños psicológicos.

No sé nada de guardabarros, pero de psicología un poquito sí, y se me hace difícil pensar qué daño psicológico puede tener una persona que observa su coche con el guardabarros roto. Los pulmones, las vértebras o el bazo de Rosa no importan, el guardabarros sí. La vida de Inma (la amiga que murió) se siente, pero nada que ver con el “dolor” de ver un guardabarros roto, sobre todo si es de tu coche. Hay que ser vil, abyecto y repugnante para iniciar un proceso judicial por ello. Algunos nacen estúpidos, otros alcanzan el estado de estupidez y hay otros a los que la estupidez se les adhiere. Este se encuentra en los tres supuestos. H