Siempre que tengamos que realizar cualquier actividad, la calidad de nuestra acción va a depender mucho de la expectativa que tengamos, pues ésta condiciona nuestra actitud, influyendo en nuestra conducta, quién a su vez marcará el resultado final. Por ejemplo, si creemos que la respuesta ante una petición va a ser una negativa, de antemano nuestra actitud será negativa. De la misma forma, nuestras creencias y expectativas influyen en las personas que nos rodean.

El concepto que tenemos de nosotros mismos se ha ido creando influido por la perspectiva y la imagen que han tenido los demás de nosotros. En la niñez, crecemos influidos por nuestros padres, profesores y compañeros. Por eso, en gran medida, somos lo que los demás esperan que seamos. En el ámbito educativo por ejemplo, la expectativa que tiene el profesor sobre el alumno es uno de los factores que más influyen en el rendimiento escolar (efecto Pigmalión). Está demostrado, que los profesores que tienen una imagen positiva de sus estudiantes tienden a ser mas cercanos emocionalmente y a puntuarles mas alto. De la misma forma, cuando anticipamos que algo será bueno, es probable que resulte serlo. Si hemos de valorar una marca de café, nos parecerá mejor si todo aquello que rodea al café (vajilla, mantel, local, etc.) nos parece de primera calidad. Si probamos el mismo café y nos lo sirven en un vaso de plástico, nos parecerá mucho peor.H

*Psicólogo clínico

(www.carloshidalgo.es)