Buenas son tortas. Nuestro país, que a finales de los 90 ya había alcanzado un buen nivel en la investigación científica en todos los campos, se vio de repente envuelto en el inicio de lo que ya se denomina «la gran crisis del primer cuarto del siglo XXI». Un alto porcentaje de las subvenciones estatales se vieron reducidas a meras aportaciones simbólicas que apenas cubrían las necesidades de los centros de investigación. Muchos de los investigadores buscaron refugio en los países más avanzados, según la especialidad, tanto en Europa como América.

Los precedentes de ciudadanos españoles de alto nivel cultural que, por circunstancias varias, tuvieron que salir de nuestro país son dignos de ser destacados. Me viene a la memoria el caso de Amparo y José Iturbi. Grandes musicólogos y pianistas. Fueron los productores de Hollywood quienes los captaron en los años 50. Su producción musical de desarrolló al más alto nivel. La NASA contrató a Miguel López-Alegría y posteriormente a Pedro Duque, los primeros astronautas españoles.

Centros médicos de renombre en EEUU tienen especialistas españoles contratados para llevar a cabo proyectos de investigación sobre temas tan importantes para la humanidad como el cáncer, el sida, etc., por no hablar de la gran labor divulgadora del filólogo y escritor Ramón J. Sender que desde su cátedra de lengua española en la universidad de Berkeley (California) llevó el estudio de nuestra lengua a niveles sin parangón en los años 50 y 60.

Ahora el presidente de EEUU, Donald Trump, ha reducido el presupuesto dedicado a la educación, investigación y otros temas, para incrementar la aportación del gobierno americano en el rearme de sus tropas. Es una nueva era, para peor.

*Secretaria provincial de Derechos Civiles del PSPV-PSOE Castellón