Querido lector, hace pocos días escuché a Carles Francino entrevistar en su programa de radio al molt-honorable de aquí, de Castellón, al Sr. Alberto Fabra. Como no podía ser de otra forma y ante el drama que vive el País, el Valencià, claro --recortes de servicios sociales básicos, deudas con todo el mundo, manifestaciones de protesta de los afectados, intervención del gobierno central para pagar un préstamo que debía la Generalitat Valenciana a un banco, etc.--, el periodista aprovechó la circunstancia para preguntarle por la herencia recibida de su antecesor Francisco Camps. Pero lejos de la autocrítica y situando los intereses del partido por delante de los de la sociedad e, incluso, de la realidad, después de reconocer que algunas cosas que pasaban --se refería a la falta de calefacción en los colegios-- le provocaban vergüenza, dejó clara constancia de que la herencia recibida ya la conocía y le parecía bien, normal. Al fin y al cabo y así lo argumentó, como miembro de la dirección del PP, como diputado autonómico y, a la vez, como alcalde de Castellón, sabía lo que se iba a encontrar. Tenía constancia de que había crisis económica y de que en este País, el Valencià, claro, se había hecho un esfuerzo --con la política necesaria, según él, de los grandes eventos-- para situarlo en el mapa, en el mundo. De ahí que no era de extrañar que pudiera existir o hacerse de notar algún desajuste económico. En todo caso, esos desajustes tenían mucho que ver, decía, con la mala financiación que desde el Gobierno central se castiga al País, el Valencià, claro --afirmación que si no escucho no me la creo--.

Insinuación o acusación ésta, la de que la mala financiación del País, el Valencià, claro, es culpa de José Luis Rodríguez Zapatero y de los ocho años de Gobierno socialista, que de vez en cuando y en boca de algunos cargos del PP se utiliza como denuncia y que, en todo caso es falsa e inapropiada. Falsa, sin duda, porque como todas las personas serias y preocupadas saben, el sistema de financiación autonómico que de verdad ha lastrado al País, el Valencià, claro, al no aportar los suficientes recursos ante el crecimiento demográfico --es el que entró en vigor en el 2001, cuando mandaba José María Aznar--, fue auspiciado por los ministros Eduardo Zaplana y Rodrigo Rato y, como es público y notorio ha perdurado hasta junio del 2009, fecha en la que el Consejo de Política Fiscal y Financiera aprobó el actual, el de Zapatero. Un sistema, el nuevo, que si bien es cierto que su principal diferencia con el anterior es que acota la distancia entre comunidades, todas se acercan más a una media estándar de recursos, aún no ha sido capaz de eliminar por completo las arbitrariedades que se arrastraban desde el diseño del 2001, el de Eduardo Zaplana y Rodrigo Rato. En definitiva y, por desgracia, y como dijo el grupo de expertos que por encargo de las Corts Valencianes elaboró un informe sobre la financiación autonómica, el País, el Valencià, claro, sigue lastrado en los puestos de cola y solo ha mejorado una posición al pasar de la 14ª a la 13ª posición sobre el total de 15 comunidades autónomas. Por lo tanto, en el sistema del 2001 y en el del 2009, el País, el Valencià, claro, permanece infrafinanciado, sin notar importantes variaciones. Así es que, seguir repitiendo por ignorancia, oposición mal entendida o electoralismo barato, que el País, el Valencià, claro, está mal financiado por Zapatero y los ocho años de Gobierno socialista, es mantener una mentira que además de esconder la realidad divide, enfrenta y puede separar a la sociedad ante un tema trascendental que exige la unidad de todos las fuerzas políticas valencianas. Sobre todo, porque el modelo es dinámico y reclama que se analice su evolución desde el diálogo y la racionalidad, es decir, desde posturas que permitan conjuntamente corregir y progresar. H