Hace algunas semanas la número dos del PP valenciano reprochaba sonoramente a los empresarios su actitud reivindicativa. Le molestaba que elevaran su voz exigiendo inversiones y un trato digno por parte del Estado central y la propia Generalitat. Ciertamente asombroso. La misma consellera que proclama que quiere un partido de “guerrilleros y legionarios” y que levanta la moral de su tropa invocando sin complejos la identidad derechona de su partido e incluso la confesionalidad religiosa. No recuerdo tan poca flexibilidad ni sentido de la deportividad a la hora de encajar críticas. No pudo entenderlo y se rebotó. Supuró la verdadera esencia autoritaria de un partido acostumbrado a controlar y a admitir solo lisonjas y genuflexiones. Pero este es un mundo nuevo e interpretarlo bien nos va a costar a todos.

De entrada, apostar por la humildad y la autocrítica podría ser un buen reinicio de todo. El poder ególatra ya no tiene espacio ni sentido.

Ahora, el presidente de la Diputación de Castellón recibe a la cúpula de los empresarios y escenifica un gran frente en defensa de las inversiones y proyectos pendientes. ¿De quién nos fiamos?. De ninguno. Sin duda Moliner maneja la escena y los mensajes. Nada más. En el último suspiro de la legislatura el resultado será la nada más absoluta. Quiero recordarles qué pensamos los socialistas sobre este tema. Hace tres años, gobernando nuestro partido España, presentamos públicamente un documento denominado La Carta de las Aulas. La filosofía del tema era, conscientes de que Castellón merece mucho más, desarrollar creativamente lo que llamamos una nueva estrategia compartida para defender la provincia. No se trata de una foto con los empresarios de siempre. Se trata de desplegar un gran acuerdo político y social implicando a asociaciones empresariales, llamando a los sindicatos (¿por qué se les ignora?), involucrando a la Universitat Jaume I y a las fuerzas vivas de la sociedad civil. Un gran pacto de hierro para que, por ejemplo, todos los parlamentarios, congresistas y senadores castellonenses ejerzan de tales. Un pacto transgresor. Sí, ya no valen las declaraciones políticamente correctas estilo Moliner, es decir, bagatelas de medio pelo. Es mejor quedarse en casa y callar. Se trata de ir en serio anteponiendo sociedad y territorio a la directriz del partido. Se trata de alinear la voluntad y el voto en Valencia y en Madrid en una defensa cerrada y transversal de Castellón. Se trata de plantar cara. Tenemos mil razones y argumentos para exigir y mantener firme la posición. H

*Secretario general provincial del PSPV-PSOE y portavoz en la Diputación