Desde que tengo memoria no recuerdo unas elecciones en las que mi voto, nuestro voto, fuera tan decisivo. Lo normal era que, según como estuviera de revuelto el patio, uno de los dos grandes partidos se llevara el gato al agua de calle y que, por lo tanto, nuestra participación a título individual fuera poco relevante. Pero eso es hoy muy distinto. El resultado está completamente abierto. El próximo presidente de la Generalitat puede ser Alberto Fabra, Ximo Puig o Mónica Oltra. Nadie lo sabe. Y ese detalle nos hace adquirir conciencia de lo relevante que es nuestra participación. Lo importante que resulta que todos y cada uno de nosotros dediquemos un rato de este maravilloso domingo a ejercer nuestro derecho al voto.

A título local, tanto Alfonso Bataller como Enric Nomdedéu o Amparo Marco pueden alcanzar la ansiada alcaldía. Ya veremos si en solitario o con ayuda de alguno de los partidos minoritarios que tan de moda están últimamente. Sea como fuere, queridos lectores, las posibilidades que se abren ante nuestros ojos son de lo más variopinto. Quién sabe si el próximo alcalde es un geek que tiene como vicealcaldesa a una bella profesora universitaria. O si esta misma mujer se corona como primera ciudadana de la capital de la plana y tiene como vicealcalde, o concejal de cultura, tanto da, a un nacionalista que hace las delicias de propios y extraños con sus idas y venidas por la urbe en patinete. O si los ciudadanos optamos porque repita el actual alcalde y que tenga una vicealcaldesa rubia que ha prometido desnudarse para su marido si gana las elecciones. Y ante esto me pregunto… ¿Qué hará si pierde? ¿No se desnudará más? ¡Pobre marido! ¿Tendrá que pasar la mano por la pared eternamente como penitencia por sus pecados?

En fin, queridos lectores, todo apunta a que las próximas semanas van a ser muy entretenidas. Renovación, continuidad, crisis política, maremoto, terremoto cósmico sideral… ¿Cómo serán los titulares de mañana, pasado y demás? ¿Qué dirán? ¿Asistiremos a más de un entierro político o a ninguno? ¿Veremos caras felices por doquier, en cada sede política visitemos, o por el contrario solo veremos caras largas, tristes y alicaídas? Si tuviera que apostar lo haría por esta segunda opción. Los ciudadanos, que somos sabios, también somos un poco cabroncetes, y votaremos de tal forma que no dejaremos contento a nadie. Mañana saldremos de dudas. H

*Escritor