Hace unos diez años algunos de los ayuntamientos de nuestra provincia se subieron a la ola del urbanismo codicioso y articularon una forma de hacer calles, plazas y jardines, o cualquier tipo de equipamiento urbanístico, que se denominó Urbanismo a coste cero. Desde luego, el nombre era políticamente atractivo, pero era falso.

El sistema consistía en que el propietario, al que el PGOU de su pueblo le había calificado su propiedad como calle, colegio o jardín y no podía hacer nada con su propiedad más allá que pagar el IBI y esperar a que el ayuntamiento le comprara o expropiara su parcela, cedía su finca al ayuntamiento de turno, pero (y aquí está el truco del almendruco) se reservaba el aprovechamiento urbanístico.

El aprovechamiento urbanístico es humo. Una entelequia por la cual, a cada metro de suelo físico, el ayuntamiento le reconoce al propietario unos determinados metros cuadrados de «techo» potencial que este tiene derecho a construir en otro sitio. Y como usted habrá pensado, esto es lo que realmente le daba valor al suelo original. Hasta aquí todo perfecto. El propietario se quedaba con lo que valía dinero (el techo) y le cedía el suelo (la carga que tanto pesaba en forma de pago de IBI) al ayuntamiento. Todo funcionaba bien hasta que en 2007 estalló la burbuja inmobiliaria.

A partir de este momento, los propietarios se encontraron sin finca y con un humo entre las manos que no servía absolutamente para nada. Se daban cuenta que el urbanismo a coste cero lo habían pagado ellos de su bolsillo y no podían tener ningún tipo de contraprestación que les viniera desde el mercado inmobiliario, ya que ni se construye, ni se venden pisos, ni nada de nada desde hace muchos años.

Entonces, a alguien se le enciende la luz de las ideas y encuentra un recoveco en la ley que les permite exigir la expropiación de su humo. Y los juzgados no solo lo reconocen, sino que valoran ese humo a precios exorbitados de los años de vacas gordas. Y los ayuntamientos, como el de Vila-real de hoy, se encuentran en peligro de quiebra por decisiones adoptadas hace una década. Un humo muy caro.

*Abogado-urbanista