Como me gusta Ibiza, muchísimo. Es poner pie en tierra o avistar sus costas desde el mar y me entra un no sé qué, como de bienestar, alegría, euforia. Su espíritu me invade: fiesta y relajación se dan la mano, hay de todo. Cultura con su casco antiguo patrimonio de la humanidad y sus numerosos museos, reseñable el de Puig dels Molins. Diversión en los mejores clubs del mundo, como el mítico Pacha y el súper divertido Lio, entre muchos otros, que te permiten si eres festero, alegrarte la noche y el día. Una música que se oye en todas partes y que se reconoce como autóctona, que va del chill out al dance house con excelentes músicos y dj’s. Gastronomía con infinidad de restaurantes de moda o tradicionales donde se come muy bien aunque a veces muy caro. Los beach clubs creación fantástica, que no se sabe porque no existen por aquí. Playas y calas paradisíacas con aguas transparentes. Lo que se complementa con un interior rural súper auténtico con paisajes espectaculares que parece detenido en el tiempo porque se ha sabido cuidar.

Y lo mejor la atmósfera, la energía, el espíritu, la gente de todas partes del mundo, que se suma al buen rollo que allí impera quizá por sus raíces hippies, su libertad personal, su carácter relajado, bohemio y chic, su sensualidad y en definitiva la buena vida. H

*Notario