El cierre de RTVV, además de la difícil y dolorosa situación para los profesionales del ente, ha creado una leyenda urbana sobre sus motivos y causas que me parece oportuno aclarar.

¿Por qué se ha llegado a esa situación? El modelo audiovisual de nuestro país nada tiene que ver con el de hace más de 20 años. Se apostó por el crecimiento de RTVV, como el resto de TV, en número de canales (C9, Punt2, Nou24, Radio9, Si Radio) y también en número de empleados, para hacerla competitiva y atractiva a los anunciantes. Pero los gastos se comían los ingresos y se recurrió a préstamos para cubrir el déficit. Así se inició la carrera hacia la deuda de RTVV.

¿Cómo podíamos hacerla viable? Era necesario una reestructuración de contenidos, para hacerla más atractiva a los espectadores y a los anunciantes; y también de personal, para aligerar los gastos. El PP incluyó en su programa electoral la modificación de la ley de RTVV y un contrato programa, para hacerla viable y sostenible. Pero también era necesaria la reducción la plantilla. Y se llevó a cabo un ERE, muy duro pero necesario, dejando 586 empleados, que garantizaban el servicio público.

¿Por qué no se consiguió? Ni el contrato programa ni la reducción de empleados contó con el apoyo de la oposición. El ERE se negoció y solo fue apoyado por CSIF y USO, y tuvo en contra a UGT y CCOO que, legítimamente, lo llevaron a los tribunales. Se declaró nulo y esto suponía la readmisión de 1.700 empleados, lo que hacía inviable su continuidad.

¿Había otra solución? Se hizo todo lo posible por hacer sostenible RTVV. Incluso el Consell asumió la totalidad de su deuda. La oposición lo criticó. Se aprobó el contrato programa y el ERE. Y también se criticó. Pero, ¿qué propuso, además de criticar? Nada. Compromís quería despedir a 900 “enchufados”; EU, contratar a más personal y hacerlo fijo; y el PSPV, cerrar y “desratizar”. Tras la sentencia, el comité de empresa propuso prejubilaciones más costosas que el ERE; recolocar a 136 trabajadores como funcionarios, inadmisible porque lo seguíamos pagando todos; y 900 trabajadores. Inviable.

Por tanto fue una excusa, no una propuesta. Sus números eran inasumibles. El Gobierno valenciano apostó, creyó y siempre quiso una RTVV viable y eficiente. Desgraciadamente, la posición del Gobierno Valenciano nunca fue oída, porque el ruido y las pancartas no dejaron ver ni oír la realidad de la RTVV y sus verdaderas necesidades. Hoy algunos defienden una televisión que durante años atacaron, odiaron, criticaron, quisieron cerrar y, por supuesto, nunca vieron. H

*Portavoz adjunto del grupo popular en Les Corts