Muñidor de voluntades y perejil de perro que estropea todas las salsas en las que se mete, José Luis Balbás (Villamediana, Palencia, 1958) declaró ayer ante la comisión de investigación sobre lo ocurrido en la Asamblea de Madrid.

Balbás, expulsado del PSOE junto con Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez, nunca tuvo cargos, pero domina la corriente Renovadores por la Base que, desde 1994, crea tensiones en la Federación Socialista Madrileña. En sus comienzos colaboró con el fallecido Francisco Fernández Ordóñez en la fundación del Partido Socialdemócrata; pasó a UCD y, finalmente, se incorporó al PSOE desde el Partido de Acción Democrática. Maniobró para que Joaquín Leguina no fuera el candidato de los socialistas a la alcaldía de Madrid y éste le describió como "un mafioso, un seboso bajito y calvo, de manos gordezuelas y húmedas, un rijoso de esos que te desnudan con la mirada" en su novela Por encima de toda sospecha. En ella le hace morir de un disparo y deja que el cadáver se pudra en el maletero de un coche. Nada menos.

En la elección de Rodríguez Zapatero, los nueve votos que decidieron la victoria del actual secretario general socialista fueron reivindicados por Balbás y sus seguidores. En conjunto sólo representan a un 7% del partido, pero les aprovecha mucho. Aunque, quizá, todo estribe en que pedían más y no se lo dieron.