Los agricultores y regantes de la provincia de Castellón ya han dado la señal de alarma: la sequía se está adueñando de las zonas rurales de la provincia de Castellón. Y es que la lluvia ha sido la gran ausente del invierno castellonense. Los acuiferos ya se están resintiendo de la falta de recargas y, por consiguiente, como la próxima primavera no lo solucione con aguas mil, esto se va a convertir en un páramo. Si el pasado otoño ya fue bastante malo, con pozos bajo mínimos, lo que se espera no parece tener mejor apariencia.

Si a todo esto sumamos la desidia y la dejadez de algunos desalmados, la tragedia está servida en los montes de la provincia. Estos días ya hemos vivido varios capítulos de lo que comporta una deficiente quema de rastrojos y podas. La Serra d’Espadà ha sufrido en sus propios montes los repetidos incendios y ayer, sin ir más lejos, en el término de Culla se vivieron situaciones similares. No es de extrañar por tanto que autoridades y expertos pongan el grito en el cielo sobre esta cuestión, al tiempo que exigen a la ciudadanía que extremen la vigilancia y observen máxima cautela en estas labores. La máxima sequedad que sufren nuestros campos representa una tentación muy peligrosa para los pirómanos y desaprensivos, que los hay.