En los últimos días hemos asistido a algunas polémicas que han girado en torno a la celebración de la Semana Santa. Una fiesta religiosa, pero también anclada en la tradición y en la cultura popular, que se ha visto salpicada por acciones y declaraciones inadecuadas, fuera de lugar y censurables.

La política ha enturbiado una fiesta religiosa que miles de castellonenses viven con devoción y fe, pero en la que otros tantos no comparten ese sentido y significación y, voluntariamente, se sitúan al margen. Ambas posiciones son comprensibles y deben poder convivir en armonía. Cuando hay una división social en torno a un acontecimiento histórico y tradicional como éste, es evidente que ha de aflorar una sensibilidad especial. No hay que dejarse llevar por ímpetus pasajeros.

«La Semana Santa ha de ser convivencia entre creyentes y no creyentes. Respetemos y seremos respetados. #LibertadyPluralidad». Este mensaje que publiqué en las redes sociales el domingo después de la procesión del Santo Entierro resume lo que me gustaría conseguir para Castellón: que unos y otros, que unas y otras, podamos conciliar nuestras diferencias de forma sana, edificante y sin acritud.

Pero ha de quedar muy claro que el respeto ha de ser bidireccional. Debemos respetar a quienes celebran su tradición, porque forma parte del patrimonio intangible de una sociedad y está fundamentada en la Historia, pero ese respecto ha de ser igual hacia quienes no le otorgan ese valor. Cada parte está legitimada para pensar distinto, pero sin imposiciones y sin agresividad.

Un pensamiento de José Saramago lo resume a la perfección: «El respeto por los sentimientos ajenos es la mejor condición para una próspera y feliz vida de relaciones y afectos».

Y Castellón sabe mucho de comprensión y de integración de la diversidad. Una de las mejores noticias recibidas en los últimos días ha sido el otorgamiento al Ayuntamiento de Castellón de un premio de la Federación Española de Municipios y Provincias que reconoce la «magnífica» gestión municipal en favor de la diversidad religiosa, en el conocimiento, reconocimiento y participación de las minorías religiosas. Somos un pueblo tolerante, que fomenta la convivencia y la interculturalidad. Este miércoles tuve la oportunidad de asistir al Foro Mundial sobre Violencias Urbanas organizado por el Ayuntamiento de Madrid, impulsado por la alcaldesa Manuela Carmena.

Fue una oportunidad de escuchar opiniones de quienes, desde la experiencia, tienen mucho que decir y compartir. Como la alcaldesa de París, la socialista Anne Hidalgo, cuando apelaba al poder de la palabra para luchar contra la violencia. Diálogo, comprensión y respeto. Mucho respeto.

*Alcaldesa de Castellón