El pasado fin de semana se celebró el maratón de Barcelona y la victoria fue para el mediofondista keniano de 27 años Jonah Kipkemoi. Hasta aquí todo puede parecer normal a no ser por tres detalles: es su primer maratón (casi nadie lo gana nunca en su primera vez), es un atleta paralímpico (malformación en el brazo derecho) y era una liebre.

En las carreras de media y larga distancia es común acordar con atletas, llamados liebres, para que marquen un determinado ritmo de carrera durante los primeros kilómetros, con el fin de imponer un ritmo lo bastante alto como para que el atleta estrella consiga completar la carrera con una buena marca. Para esta carrera se contrató a Jonah (3.000 euros) con el objetivo de marcar el ritmo hasta el kilómetro 32. Pero cuando el atleta keniata llegó a ese punto se dio cuenta que su «maestro» se había desfondado con lo que decidió seguir y terminar la carrera con el resultado sabido por todos. Esto le ha supuesto embolsarse más del triple de dinero (10.000 euros). Jonah había comentado antes de la carrera que los 3.000 euros eran para comprar una vaca y alimentar así a su hijo de 6 meses. Ahora, con las ganancias triplicadas, su aspiración es tener una pequeña granja con varios animales.

Conviene recordar que en los Juegos Paralímpicos de Londres 2012 obtuvo unos discretos resultados siendo séptimo en 1.500 y sexto en 800 en la categoría T46. Muchos hubiesen interpretado estos resultados como un fracaso, arrojando así la toalla. Sin embargo, Jonah, ejemplo de superación, relativizó y asumió esos resultados negativos, entendiéndolos como una parte en el camino de su perfeccionamiento personal. Por que el error más grande no consiste en cometerlo, sino en no enmendarlo.

*Psicólogo clínico

(www.carloshidalgo.es)