Querido/a lector/a, estos días toca hablar de inmigración. Es uno de esos asuntos que está lleno de tópicos, estereotipos y prejuicios basados en el desconocimiento o en una ideología excluyente. Es decir, cuando me refiero a tópicos y estereotipos hablo de reacciones que todos podemos tener en algún momento. Pero cuando hablo de prejuicios denuncio peligro: una actitud no razonada y sin pruebas que se manifiesta en forma de antipatía frente a personas, nacionalidades, ideas, religiones, etc. Algo que hay que combatir desde la decencia.

Bueno pues, en referencia a prejuicios, entre los más usuales pero no únicos, cabe destacar esos que dicen: que los españoles emigraban con contrato de trabajo, que estamos sufriendo una invasión migratoria, que nos roban los puestos de trabajo, que nos cuestan mucho dinero público, que saturan los servicios públicos, etc. Por cierto, los datos denuncian que estas afirmaciones absurdas y mal intencionadas nada tienen que ver con la realidad. Así, por ejemplo: solo la mitad de los emigrantes españoles eran «legales» y lo hicieron por la vía establecida. No solo no esta amenazada España por una invasión migratoria, sino que al no aumentar el índice de natalidad, para conservar el Estado de Bien Estar nos van hacer falta más inmigrantes regularmente establecidos, trabajando y cotizando. Suelen trabajar en sectores de mano de obra poco cualificada, salarios bajos y donde los autóctonos no están siempre dispuestos a trabajar.

Al hablar de saturación de servicios públicos hay que decir que la causa no son los inmigrantes, ha aumentado mucho la población y se mantienen los mismos servicios y estructuras. En última instancia, hay que afirmar que la diferencia entre los costos y las aportaciones económicas de la inmigración, se saldan en beneficios netos a favor de España. En conclusión, más realidad y menos mala leche.

*Analista político