La precariedad laboral y la falta de distribución de la renta se han convertido en dos de las indeseadas características de la recuperación económica española. A lomos de una reforma laboral ampliamente contestada, España ha abandonado lo peor de la gran depresión pero a costa del deterioro del mercado laboral, denuncia el informe La precariedad laboral lastra la economía a medio plazo, que ha elaborado el sindicato CCOO. El trabajo a tiempo parcial, la sobrecualificación de los trabajadores, el auge de la figura del falso autónomo, los sueldos muy bajos y, en general, la devaluación de las condiciones laborales son la cara B de la recuperación. Son datos que demuestran que la precariedad ha alcanzado cotas estructurales, lo cual tiene gravísimas consecuencias, como muestran los datos que indican una aumento de la pobreza y de la desigualdad. Sueldos tan bajos no solo impiden que gran parte de la población pueda poner en práctica sus proyectos vitales (este hecho es especialmente sangrante entre los jóvenes españoles), sino que tiene consecuencias muy dañinas en otros ámbitos, como el del mantenimiento de la caja de las pensiones.

Atrapado entre el desempleo, la precariedad y la subocupación, con enormes brechas de edad y género y con una desigualdad galopante, el mercado laboral español es low cost. Las medidas de choque (fiscales y laborales) para salir de la crisis han tenido esta consecuencias. Toca trabajar hacia objetivos que ya son imperiosos, como apostar por sectores que den un alto valor añadido a la economía. Un mercado laboral low cost lleva a una economía insostenible.