Por un decreto del rey Felipe V, de 29 de junio de 1707, la mayor parte de los fueros de los reinos de Aragón y Valencia fueron abolidos. Sin embargo algunos de ellos permanecieron vigentes, como el que impedía la incorporación obligatoria para el servicio militar. A pesar de ello, durante el reinado de Carlos IV, su ministro de la Guerra Antonio Cornel, anterior gobernador general del reino de Valencia, decidió formar seis cuerpos de milicias provinciales al modo de los regimientos de Castilla, correspondiéndole uno de ellos a la gobernación de Castellón.

La inquietud de los ciudadanos por esta medida dio lugar a manifestaciones en las principales localidades. En la capital de la Plana se iniciaron el 28 de agosto de 1801. Aquella noche, al sonar un toque de caracola, acudieron gran número de vecinos armados que salieron a las calles, hicieron sonar bocinas, insultaron al coronel del cuerpo de milicias, Juan Vallés, lanzaron piedras sobre las ventanas de las viviendas de las autoridades y terminaron con un gran disturbio que al ser repelido con dureza por las fuerzas del orden, provocó numerosos heridos.

Antonio Bermúdez de Castro logró apaciguar a los sublevados prometiéndoles que trataría de conseguir la supresión de la orden del ministro Cornel. No se conformaron los manifestantes con las promesas del gobernador y las caracolas volvieron a convocar a los manifestantes los días siguientes. El gobernador se ratificó en la abolición de las milicias, pero al comprobar que los castellonenses no creían en sus palabras, reunió a los nobles, clavarios de los oficios y personas más influyentes de la población, acordándose que durante las sucesivas noches se iluminarían los balcones y ventanas de las principales calles de la ciudad. Al mismo tiempo, se decidió que patrullas armadas recorrerían la población y abrirían fuego contra cualquier grupo que pasara de tres personas. Estas medidas surtieron efecto y lograron pacificar a los alborotadores.

Sin embargo en otros lugares del antiguo Reino, siguieron las manifestaciones. Carlos IV, siguiendo los consejos de Manuel Godoy, ordenó extinguir las milicias. Al llevarse a cabo la medida, se restableció el orden y se consiguió evitar el derramamiento de sangre.

La orden del Rey se publicó en Castellón el 13 de septiembre del año 2011. El gobernador Antonio Bermúdez de Castro pudo, de esta forma, hacer valer sus promesas con las que había animado a los vecinos a cesar en sus alborotos. En la capital de la Plana, a partir de aquella fecha de la que ahora se cumplen 213 años, ya no volvieron a sonar las caracolas y reinó la paz. H

*Escritor