En 1374 Castelló atravesaba por un mal momento en el que, entre otras cosas, la escasez de trigo significaba un problema gravísimo para la villa. Por eso, com en la botiga hagués forment fort poch e aquell fos gran necessari als malalts, los jurats expusieron ante el consell el asunto. La pregunta era: què-hi-farien?

Y el consell acordó que el trigo de que se disponía fuera entregado a dos mujeres: na Pintora y na Merina. Ellas serían las encargadas de su distribución entre las personas enfermas.

Se trata de una noticia documental corta y sencilla, de esas que perfectamente pasan desapercibidas. Pero que puede servir para reflexionar sobre la relación constante que a lo largo del tiempo sostuvieron las mujeres con el cuidado de niños y de enfermos, la alimentación, la asistencia de partos y la muerte.

Cometidos que se afrontaban con unos conocimientos transmitidos en la mayor parte de los casos de forma oral, de mujeres mayores a mujeres jóvenes y de madres a hijas.

Por lo que respecta a na Pintora y na Merina, no sabemos de ellas nada más. Sus nombres, junto a centenares de otros nombres de mujeres, habitan en las páginas de unos documentos que apenas dan pistas sobre sus vidas. Biografías casi imposibles pero llenas muchísimas de ellas, sin duda, de sabiduría. H

*Historiadora