El turismo ha centrado la política esta semana. No solo en Castellón, sino en la práctica totalidad de los municipios de la Comunitat Valenciana. La celebración de la Feria Internacional de Turismo (Fitur) ha sido, una vez más, una oportunidad relevante para divulgar los proyectos que tratan de ofrecer al mundo las propuestas de cada ciudad para competir por la llegada de viajeros que la visiten y, sobre todo, que consuman y generen riqueza y bienestar.

El desarrollo de Fitur ha coincidido estos días con dos noticias de enorme impacto que afectan a esta tierra nuestra y que, de una u otra forma, inciden en las estrategias turísticas de una ciudad: el juicio de la rama valenciana del caso Gürtel y la llegada del AVE desde Madrid a Castellón.

La primera de ellas, la de la corrupción endémica del PP, es el ejemplo perfecto de cómo la política, la peor política, puede afectar de forma negativa a los intereses sociales y económicos de un territorio. Desde hace unas décadas, la corrupción de la derecha ha arruinado la imagen pública de la Comunitat Valenciana y ha causado daños que aún son de un alcance incalculable.

Pero el saqueo a las instituciones en beneficio de un partido político no solo ha quitado recursos para las políticas sociales y para crear futuro, sino que ha deteriorado la imagen que proyectamos al mundo. Durante mucho tiempo hemos tenido que soportar que Castellón y la Comunitat Valenciana se vincularan a políticos sinvergüenzas que derivaron el dinero de los colegios, los centros de salud y las ayudas de la dependencia a la organización de sus actos electorales. Una indecencia y una inmoralidad.

Porque tenemos que ser conscientes del impacto real que tiene la corrupción. Son miles de millones que salen de la Administración para ir a parar al bolsillo de unos pocos. Algunos estudios estiman que el coste de los casos de corrupción en la Comunitat Valenciana supone un cuatro por ciento del Producto Interior Bruto. Es decir, entre 3.800 y 4.000 millones de euros.

El juicio acabará con las condenas que se estimen pertinentes, pero ni un céntimo del dinero robado volverá a las arcas públicas. Un dinero que hubiera sido extraordinariamente rentable para potenciar las infraestructuras ferroviarias en Castellón, para construir una plataforma propia para el AVE y para dignificar el servicio de Cercanías con Valencia y con el Maestrat. Está bien que, de una vez por todas, llegue el AVE, pero es indignante que sea a costa de la pérdida de calidad continua de los Cercanías, trenes que día a día utilizan miles de castellonenses.

La justicia determinará las culpas que han tenido unos dirigentes políticos indignos de representar a la ciudadanía. Y los gobiernos actuales tenemos la tarea de recuperar la reputación que aquellos se encargaron de hundir. Una labor que, hay que reconocer, no es fácil. Pero con oportunidades como las de Fitur se puede decir al mundo, bien alto, que Castellón son playas extraordinarias 365 días al año, gastronomía de calidad, cultura y deporte para todas y todos, y unas Fiestas de Interés Turístico Internacional de las que yo, como alcaldesa, me siento especialmente orgullosa.

*Alcaldesa de Castellón