Querido lector:

Esquerra Unida, o sus correlatos satélites vía plataformas ciudadanas promovidas con un propósito concreto, andan poniendo denuncias y querellas por doquier en el último año a un ritmo endiablado, con un afán tal, que lleva a pensar que, más que justicia, buscan la notoriedad política que les pueda catapultar a conseguir un objetivo que parece que se les escapa. Podemos y sus multiplataformas (si alguna vez esta corriente logra definirse y concretar candidaturas en Castellón y la Comunitat) han ocupado su espacio, y parece que le van a impedir lograr representación parlamentaria y municipal. Castellón capital es uno de los mejores ejemplos.

Es una estrategia, la del electoralismo judicial, que ahora en precampaña todo el que puede emplea. Esquerra Unida lo está haciendo especialmente a nivel autonómico, aunque también municipal, pero todos los partidos la utilizan allá donde ven posibilidad. Compromís en Benicàssim, el PSPV en la Vall o Segorbe, o el PP en Vila-real, son los ejemplos más notorios ahora en nuestra provincia. Al final, y con toda seguridad, esta fórmula no llegará a buen puerto, ni tendrá capacidad de influencia en las tendencias que parecen definirse, al menos a nivel general, con el precedente de las elecciones andaluzas.

En la Comunitat, todo el mundo da por sentado que se producirán tres alternativas de gobierno al margen de estrategias judiciales, tras las elecciones de mayo. A saber. Por un lado está la del PP, como fuerza más votada, aunque no con mayoría absoluta, que precisará del aliado Ciudadanos si los números lo permitieran y logran un acuerdo.

Por otro lado, un tripartito con el PSPV liderándolo como segunda fuerza junto a Compromís y Podemos (EU sería digerida por éste a pesar de sus estrategias judiciales). Y una tercera opción, sucedánea de la segunda, con un bipartito entre Compromís y Podemos, con Mónica Oltra como presidenciable, si el PSPV pierde esa segunda plaza, y es superado por la suma de los otros dos, lo que les llevaría a un papel de comparsa. Vorem.