Querido/a lector/a, desde que se conoce el nuevo reglamento del PSOE, vuelve a estar de moda criticar a la dirección del partido, a Pedro Sánchez. Matización ésta, de descalificar la parte pero no el todo, que demuestra que la crítica sale de dentro del partido, del unos contra otros. Por cierto, si tienes dudas te invito a que leas la editorial de algún periódico y busques las recientes declaraciones de esos afiliados que se les conoce como históricos o, si prefieres, los barones. Me refiero a los que ejerciendo de falsos profetas reclamaban a Susana o anunciaban cataclismos y, ahora, promulgan que: «las consultas internas pueden dejar al partido sin estructuras, sin debate y con un caudillo de secretario general, etc.». O también, que «la dirección actual del PSOE no tiene una visión de España y solo le preocupa las historias internas y no los problemas de la gente».

Querido/a lector/a, hasta aquí solo he señalado la realidad objetiva que se puede comprobar, a partir de este instante lo que voy a escribir es pura opinión: Por eso digo que, aunque todos estos pueden tener razón en alguna crítica puntual, lo que en el fondo les preocupa, y en eso no tienen razón, es la imparable democratización interna del PSOE. O dicho de otra forma, Felipe y Guerra y en nombre de evitar disfuncionalidades y procurar respuestas únicas y solventes, acabaron, y no paso nada, con la tradición de elegir en primarias a los cargos ejecutivos internos y a los representantes públicos. Ahora, cuando la cultura es la de que el PSOE sea cada vez más de los afiliados se anuncian terroríficos destinos porque hay gente que ve perder su capacidad de controlar el partido. Bueno pues, a todos ellos cabe recordarles que deben ir con cuidado porque, la izquierda, representa la parte de la sociedad que más necesita organizaciones democráticamente fortalecidas al tener la obligación de mantener su papel transformador y portador de esperanza.

*Analista político