La Unió de Llauradors puso ayer, de nuevo, el dedo en la llaga al lamentar que después de tres meses de lluvias cuantiosas en nuestras comarcas «no se aproveche debidamente el agua» porque todavía no existen las infraestructuras que resultan necesarias para recogerla y almacenarla. Precipitaciones que, al caer de forma gradual, han resultado muy beneficiosas para el campo, pero otra vez miramos al Millars porque su caudal crece camino del mar. Es decir, un recurso tan valioso se pierde...

Tan solo los embalses de Ulldecona (69,5%) y María Cristina (75%) están ahora por debajo de su capacidad, pero los principales se encuentran a tope. Tanto que el presidente del Sindicat d’Aigües del Millars, Enrique Font, reconoce con resignación que se está perdiendo un agua muy valiosa porque las obras en Arenós no han sido suficientes y en el del Sitjar se ven obligados a desaguar estos días por razones de seguridad.

Resulta un contrasentido que una provincia que ha llegado a salir varias veces a la calle para reivindicar el trasvase del Ebro, ofrezca ahora la imagen de miles de litros de agua perdidos en el mar Mediterráneo, como si estuviéramos viendo el mundo al revés.

Mejor sería que el Gobierno central, en mayor parte, y la Generalitat se sentaran en una mesa, tras dejar aparcadas las diferencias por sus signos políticos, y establecieran un orden de prioridades para que Castellón contara en breve con las infraestructuras necesarias que merece para almacenar el agua que permita satisfacer sin problemas de desabastecimiento las demandas de nuestros agricultores y ganaderos.