Hablar es lo más sencillo del mundo. Para hablar no hace falta decir algo que tenga sentido, ni la verdad, solo es necesario combinar palabras y que haya un receptor que nos escuche con más o menos atención. Para la nueva política lo importante no es el contenido, solo el continente y por eso utilizan palabras grandilocuentes, expresiones llamativas, escriben titulares y escenifican su guión para llamar la atención, sea como sea.

Para la nueva política y los que quieren imitarles, para los que plantean mociones de censura perdidas de antemano solo por tener un minuto de gloria, por subir al púlpito a hablar y hablar para decir que España es un desastre, vivimos en un país sin libertades, sin expectativas, donde no hay oportunidades, ni futuro. Solo ellos tienen la llave de la salvación, de la justicia y la igualdad. Solo son palabras.

Yo soy de pocas palabras, me gustan más los hechos. Por eso utilizaré pocas, las que dice el prestigioso periódico The Economist, que tras analizar la situación de nuestro país a día de hoy, ha dicho: «España está viendo los resultados de sus reformas». Claridad y concisión. Una afirmación basada en las cifras, en los resultados económicos, que se pueden interpretar de mil formas, pero son los que son.

Dice el mismo periódico que España ha superado la crisis frente a la «situación débil» de los países mediterráneos de la Unión Europea, en referencia a Italia y Grecia. Sí, Grecia. Ese país donde parecía que se iba a escenificar el triunfo de la nueva izquierda…

Lo de hablar por hablar en política tiene un nombre: demagogia. Según el diccionario de la Real Academia, demagogia es la «degeneración de la democracia consistente en que los políticos, mediante concesiones y halagos a los sentimientos elementales de los ciudadanos, tratan de conseguir o mantener el poder».

En contrapunto tenemos una de las acepciones de la palabra gestionar: «manejar o conducir una situación problemática». Eso hizo el PP tras heredar el desastre económico que dejó el PSOE. Se enfrentó a un momento crítico, sin paños calientes, sin suavizar las cosas, sin mirar hacia las urnas: había que salvar el país. Y lo salvamos.

Las buenas cifras no existen para la nueva política. Los buenos resultados son malos para ellos y para sus imitadores. Porque a sus palabras les falta lo fundamental: sentido, verdadero compromiso con este país. Mientras otros hablan, hablan y hablan, nosotros seguiremos avanzando.

*Concejal y presidente del PP en Nules