Hoy entra en vigor la nueva Ley de Turismo, Ocio y Hospitalidad. Un texto cuyo propósito fundamental busca rearmar al sector más dinámico de la Comunitat. Una ley que, consensuada con todos los actores sociales y económicos, trata de responder a las transformaciones de un presente que cede constantemente el paso al futuro. Todo se parece cada vez más al arte efímero pero, sea como sea, la ley asume un nuevo relato basado en la sostenibilidad, la ética y la responsabilidad social, la hospitalidad, la innovación, el paisaje y la vertebración territorial, la autenticidad de los productos, la vigilancia competitiva o el conocimiento y la cualificación profesional.

La ley nace inspirada por el Libro Blanco del Turismo para una Nueva Estrategia en la Comunitat Valenciana. Puede que estos sean los dos grandes pilares teóricos que aportará esta legislatura para la planificación de una industria que reclama ser atendida como tal. La profesionalización de nuestras decisiones será la clave para avanzar. Y todo esto sucede justo cuando esta misma semana conmemoramos oficialmente los 30 años de la palmera.

Así es, la palmera como icono del turismo en la Comunitat. La palmera del gran diseñador valenciano Pepe Gimeno. Un símbolo que ha logrado sobrevivir resistiendo todas las circunstancias y avatares que se le han cruzado por el camino. Ha dejado de ser un logotipo para ser mucho más. Un milagro en una tierra que acostumbra a tragarse los símbolos con fratricida voracidad. Pero con la palmera de Gimeno no pudo ningún picudo. La suya es una imagen que suma, que unifica y que representa e identifica a todos.

La palmera era considerada como un árbol sagrado en diversas culturas del Mediterráneo. Como sagrada era la hospitalidad o el trato al extranjero. La carga de la prueba, la vergüenza y el oprobio recaían sobre aquel que no abriese la puerta al desconocido. Conviene recordar estos valores en este tiempo que solo venera la rentabilidad mercantil en los altares de moda. Debemos conjugar la mirada comercial del sector con otros enfoques de la vida.

El turismo contribuye decisivamente al producto interior bruto pero también a la felicidad interior bruta. En el eje del turismo se halla el viaje. Por cierto, viajar es la peor noticia para los intolerantes. El viaje es conocimiento. Viajar desmonta las mentiras y los prejuicios que nos contaron acerca de los demás, de los otros, de las culturas distintas y distantes. El turismo nos vacuna contra Los odios. Una operación diplomática superior a las acciones de gobiernos y estados. Unos 1.300 millones de personas viajarán por el mundo este año por motivos turísticos. Una verdadera arma de construcción masiva. Debemos pelear por nuestras opciones, por ser relevantes y tomar cada día mejores posiciones en un mundo globalizado cada vez más pequeño e interconectado.

Hoy la palmera ramifica en nuevas oportunidades que deberán conciliar la tradición con la vanguardia, el pasado con el futuro, pero, sobre todo, la consagración del sentimiento de unidad de una Comunitat que debería estar orgullosa de lo que es. Siempre inquieta e inconformista porque restan por resolver mil problemas pero, como la palmera, imbatible.

*Secretario autonómico de Turismo