Querido lector:

Si hacemos una radiografía a futuro de la formación universitaria, en Castellón mayoritariamente estamos formando futuros funcionarios. Es decir, las titulaciones más demandadas por los estudiantes castellonenses con bastante diferencia sobre las demás son Medicina, Enfermería, Maestro de Educación Primaria y Maestro en Educación Infantil. Dos de las ramas básicas, Sanidad y Educación, del denominado estado de bienestar que mayoritaria y principalmente están integradas y forman parte de los servicios de la administración pública.

Los datos no son diferentes a los de las otras provincias valencianas, que coinciden además en que por sexos son las mujeres las que mayoritariamente demandan los estudios superiores mencionados cuyo destino final es la administración.

En un segundo escalón tenemos las tradicionales y clásicas titulaciones comodín, con múltiples salidas laborales, entre ellas también la administración pública, de Derecho y Administración y Dirección de Empresas y la más novedosa Criminología y Seguridad.

Y en un tercer apartado, ya el resto de las 31 titulaciones que oferta la UJI cuyos destinos profesionales vienen repartidos según su especificidad, entre las que también hay incluidas varias cuya vocación final es también la administración.

Esta radiografía nos debería hacer pensar en varias direcciones. Por un lado, si es conveniente que la universidad castellonense por su elenco de titulaciones predetermine tan directamente el destino de sus estudiantes. E inevitablemente preguntarse si este abanico de oferta es acorde a las necesidades del futuro mercado profesional y laboral de Castellón y su entorno, que es donde ejercerán estos profesionales.

Por otra parte, cabría reflexionar sobre la aparente escasa potenciación del emprendimiento que implica esta oferta universitaria, teniendo en cuenta variables como el tamaño de nuestra universidad que no hacen posible una oferta más diversificada, pero que aún así tampoco parece acorde con las necesidades de la economía castellonense.