Llega el verano y con él nuestros viajes de veraneo. Para los que podemos permitírnoslo, claro. El 21,6% de nuestros conciudadanos vive en riesgo de pobreza y un tercio de los hogares no puede permitirse ni una semana de vacaciones. Los afortunados que nos desplazaremos, nos sentaremos algún día en un restaurante, bar o chiringuito lejos de casa y allí perderemos, aunque solo sea por un rato, todos nuestros prejuicios. Oiremos, como escuchaba yo, niña mesetaria en mis veranos levantinos, palabras en otras lenguas que aprenderemos a amar en tiempo récord. Socarrat, carxofa, fesols i naps, sepionet, pa amb tomaca, all i oli y tantos otros serán términos con los que nos lanzaremos al bilingüismo con entusiasmo.

Ferran Adrià lleva varios años retirado de los fogones dedicado a la ingente tarea de hacer una suerte de historia de la humanidad y su evolución leída a través de todo lo que nos zampamos y los tratamientos culinarios que hemos inventado para ello. En lugar de pinches y cocineros, dirige ahora a geógrafos, antropólogos, historiadores, biólogos… un sinfín de sabios que nos demostrarán que, para unir a las gentes en un pensamiento armónico e imaginativo, nada mejor que compartir mesa, pero sobre todo, buenos alimentos.

YA SÉ QUE EL BUENISMO y el diálogo por sí solos no encontrarán un encaje para el independentismo en el Estado, pero sí sé que la opinión de los ciudadanos moverá a los líderes en una dirección u otra. Si hemos sido capaces de reencontrarnos verano tras verano en tantas mesas, deberíamos ser capaces de encontrar más espacios neutrales a partir de los cuales construir una nueva convivencia. No voy a recomendar a Sánchez y Torra que, si la cosa hoy no sale bien, pasen a citarse en tascas, chiringuitos y restaurantes pertrechados con cuchillo y tenedor y buen apetito, pero sí sugiero que los ciudadanos les tomemos la delantera y vayamos pensando en los numerosos ámbitos en los que nos gusta, nos beneficia y nos aporta reconocer que todas estas gentes variopintas que vivimos a lo largo y ancho de España somos, como comprobamos con alegría cada verano, parecidos, pero diferentes.

Ahora falta por determinar cómo transcurre hoy el ansiado y mediático encuentro político. Nosotros esperaremos con los cubiertos bien afilados.

*Escritora y guionista