Mariano Rajoy ha salvado el momento más complicado de su presidencia. Gracias al apoyo del PNV, el presidente del Gobierno ha logrado sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado, pese a que una de las condiciones que los nacionalistas vascos habían exigido (el fin de la aplicación del artículo 155 de la Constitución en Cataluña) aún no se ha cumplido. Al final, los negociadores del PNV han primado su peix al cove particular (entre otras medidas, la mejora de las pensiones de jubilación, un tema por el que la sociedad vasca se ha movilizado de forma muy intensa) por encima de la situación política catalana, por mucho que el 155 no guste nada en las filas peneuvistas. En una nota en la que justifica «por responsabilidad» su apoyo a los Presupuestos, el PNV afirma que la elección de Quim Torra hace que el levantamiento del 155 sea «inevitable» e «inminente».

Puede argumentarlo así, pero lo cierto es que el PNV con una mano le da aire a Rajoy y con la otra se la quita a Torra en un momento en que ambos presidentes protagonizan un pulso que mantiene a Cataluña políticamente bloqueada. Torra decidió aplazar la toma de posesión de los consellers para pedir un dictamen jurídico ante la negativa del Gobierno de Rajoy a publicar en el DOGC los nombramientos. La insistencia del independentismo en mantener el estéril pulso con las instituciones del Estado, esta vez nombrando consellers a dos políticos presos y a otros dos instalados en Bélgica y Alemania, ha llevado a esta respuesta poco ortodoxa del Ejecutivo. Como consecuencia, Cataluña sigue sin Govern, instalada en un limbo inédito y con la convivencia política y social o rota o en peligro de quebrarse.

Es una situación a la que se ha llegado por una suma de irresponsabilidades. Cuesta creer al bloque independentista cuando insiste en que quiere gobernar para todos los catalanes a la vez que una y otra vez prima el simbolismo y el enfrentamiento institucional. Al mismo tiempo, el bloqueo es también consecuencia de la estrategia de Rajoy de tratar tan solo por medios judiciales el conflicto político. Nada ha arreglado de esta forma. Al contrario, solo ha exacerbado la gravedad de la situación. Y así estamos, con dos gobiernos intentando que sea el otro el que dé el brazo a torcer y con los extremistas de cada bando recogiendo las ganancias de una crisis que no hace más que agravarse.