La nota hecha pública por la Asociación de la Prensa de Madrid (APM) contiene expresiones tan graves sobre el comportamiento de los dirigentes de Podemos con los periodistas que no deja duda sobre la veracidad de los hechos denunciados. La APM habla de «campaña sistematizada de acoso», actitudes de «amedrentamiento», de «intimidación» y de «chantaje» si no «escriben al dictado», y acusa a Podemos de «coartar el libre ejercicio del periodismo» y de atacar las libertades de expresión y de información. La asociación profesional de los periodistas madrileños reacciona de esta forma ante una denuncia con aportación de pruebas documentales de un numeroso grupo de periodistas.

Lo cierto es que las lamentables actitudes de algunos dirigentes de Podemos son creíbles. Basta con escuchar lo que dicen en público. La última prueba, la intervención de Pablo Iglesias en Salvados, donde habló de que ciertos medios traspasan límites y «líneas rojas» y señaló a programas concretos.

Como suele ser habitual, Podemos reaccionó desviando la atención, esta vez sobre las condiciones laborales de los periodistas, una precariedad cierta en algunos casos pero que nada tiene que ver con al asunto. Puede que algunos medios sean hipercríticos con Podemos, pero ningún partido puede fijar los límites de la libertad de expresión cuando le afecta directamente y menos amedrentar a los periodistas que cubren la actividad política.