Querido lector:

El president Fabra se ha unido a las manifestaciones realizadas ayer por todas las organizaciones empresariales de la Comunitat Valenciana, todas, contra el ninguneo del Gobierno de Rajoy en materia de inversión pública, especialmente en infraestructuras, y en la infrafinanciación que sufre la Comunitat.

Los empresarios, olvidando el meninfotisme tradicional valenciano traducido en pasividad, corresponsabilidad, conformismo, complacencia o complicidad y escenificando únicos un malestar acumulado, han sido duros, justamente duros con frases como que se “nos ningunea como peleles”, “basta ya”, “hasta aquí hemos llegado”, “esta discriminación constante roza el insulto” y otras perlas de parecida ralea que nunca se produjeron contra Gobierno central alguno.

Lo que hay que dirimir ahora son dos cuestiones importantes para el futuro. Por un lado, si ha habido complicidad entre ambos. Es decir, si el plante empresarial y la radicalización del mensaje del gobierno valenciano en las últimas semanas, sobre todo desde que el lugarteniente de Montoro, Antonio Beteta, se paseó por Valencia ninguneando a la Generalitat de manera insultante exigiendo más recortes para cumplir el objetivo de déficit marcado, van al unísono en frente común.

Y al mismo tiempo qué va a ocurrir a partir de ahora, cómo se va a canalizar esa conjunción. Todas las organizaciones empresariales al unísono no hacen sino evidenciar el maltrato del actual Gobierno con la Comunitat porque afecta decisivamente a la economía y a todo el tejido empresarial y laboral de la Comunitat. Y Fabra, que hasta ahora ha ejercido de correa de transmisión con talante negociador, ha comprobado en sus propias carnes con el palo electoral europeo, la negativa a cambiar el modelo de financiación y el rechazo a un fondo de compensación, la falta de compromiso de Rajoy con la Comunitat en sus tres años al frente del Consell y, lo que es peor, ha evidenciado que a Rajoy incomprensiblemente la Comunitat le importa un bledo incluso electoralmente. ¿Entonces?