Son muchas las voces que tras los resultados de las elecciones autonómicas andaluzas del pasado domingo piden al Partido Popular más política. Parece obvio que no es suficiente con una gestión de lo público rigurosa y eficaz. Los aciertos en política económica han permitido sacar a España de la crisis, pero los ciudadanos nos están pidiendo algo más.

Que tras 33 años de gobierno socialista en Andalucía y unas tasas de paro que doblan incluso a las de alguna autonomía española, que hayamos perdido 17 escaños es una invitación a la reflexión y a la autocrítica constructiva. Es imperativo preguntarse porqué ha vuelto a triunfar lo viejo, las fórmulas fracasadas que impiden que Andalucía despierte del clientelismo en que sigue anclada.

En el Partido Popular debemos ser capaces de reconciliarnos con los ciudadanos, especialmente con aquellos que más han sufrido las consecuencias de la crisis; y con aquellos a quienes se ha pedido un esfuerzo adicional --a través de la subida de impuestos-- para poder mantener las políticas esenciales de solidaridad y equilibrar las cuentas públicas. Debemos ser capaces de explicar que las difíciles decisiones tomadas hasta ahora eran las únicas posibles para evitar un desenlace mucho peor que ya conocen otros países socios cuyos dirigentes políticos no supieron o no pudieron prevenir.

Los partidos están al servicio de la sociedad y por ello no pueden ser inmunes a los veredictos que los propietarios del sistema democrático van emitiendo a través de las urnas.

Soy miembro en un partido que ha demostrado su fortaleza en los momentos más difíciles y que, a pesar del inevitable desgaste que supone gobernar en los momentos más difíciles y con el gigantesco desafío de revertir la situación legada por los socialistas, seguimos siendo la fuerza con mayor representación política en nuestras instituciones democráticas.

El PP ha crecido gracias a su vocación integradora. Hoy es necesario que hagamos ese ejercicio de integración.

Enderezado en rumbo de la nave, debemos ser capaces de escuchar, de no ser impermeables a la calle. Porque la política es eso, la capacidad de empatizar, de ponerte en el lugar del otro, de entender y hacer que te entiendan. El ejercicio de la empatía fortalece los lazos colectivos. No es que la empatía cambie realidades pero es muy cierto que ayuda a transitarlas.

Tenemos que volver a emitir en la misma onda. No se trata de despreciar el milagro de la recuperación, sino de reconquistar nuestros valores, aquallos que nos hicieron conectar con una inmensa mayoría de españoles que se sintieron, porque lo eran, parte importante del futuro de España. H

*Diputada nacional del PP