La llamada prisión permanente revisable, que se viene aplicando desde hace dos años, supone que, en delitos muy graves, la pena de prisión se revisará a los 20, 25 y 30 años de su cumplimiento, de forma que un recluso podría pasar toda su vida en la cárcel. Así, tras el cumplimiento íntegro de una parte de la condena, el penado puede obtener una libertad condicionada al cumplimiento de muchas exigencias.

Esta misma semana, el Gobierno se ha quedado aislado en su apoyo, por lo que no tardará mucho en derogarse dicha ley. Sin embargo, desde que la madre de Diana Quer, Diana López-Pinel, comunicase que estaba en contra de la derogación de esta figura jurídica, ya son más de 250.000 personas las que la apoyan, vía Change.org, para que se siga aplicando en casos como el del asesino confeso de su hija, José Enrique Abuín (El Chicle). De hecho, la madre quiere que el caso de su hija sea ejemplo de que es imposible la reinserción de estos individuos.

Fue el agente del FBI John Douglas (1970) el primero en acuñar el término «asesinos en secuencia» (posteriormente asesinos en serie) para referirse a los depredadores sexuales que adolecen de empatía y muestran ausencia de remordimientos. Es precipitado hacer un perfil de El Chicle, pero todo indica que es uno de ellos, pues ya había cometido múltiples delitos antes e incluso (presumiblemente) habría agredido sexualmente a su propia cuñada. Poco agraciado físicamente, denominado por algunos como dientes de conejo, todo apunta a que, más que perpetrar el acto sexual, lo que desea es dominar a través de la agresividad a jóvenes a las que nunca podría atraer. El motor de su libido es el sometimiento de su presa y, por desgracia, no existe ni terapia ni medicación que estabilice ese impulso asesino.

*Psicólogo clínico

(www.carloshidalgo.es)