Hablar de Cooperación Internacional es nombrar una actitud anclada en el ADN de la Cruz Roja y la Media Luna Roja. La idea, quizás utópica de reconducir la condición humana basada en el humanismo fraternal, fue el objetivo, casi obsesivo, de su fundador, Henry Dunant, ante la visión en 1863 del dantesco espectáculo de la batalla de Solferino, donde en 15 horas de combate se produjeron 4.000 muertos, 10.800 heridos y 8.700 desaparecidos o capturados. Una frase de Henry Dunant en Solferino queda para la posteridad como ejemplo de Cooperación Internacional: «Tutti Fratelli».

El comienzo del nuevo siglo nos lleva a un mundo en el que los escenarios geográficos se expanden; la historia ha dejado testimonio de guerras en África, China, Medio Oriente… Un período en el que las reglas de la diplomacia se encuentran en desventaja ante los intereses expansivos y coloniales de las grandes potencias.

La llama de la Primera Guerra Mundial (1914-18) se produjo en el asesinato de Sarajevo, tras el que las potencias europeas se alinean según sus intereses, en una Triple Entente frente a una Triple Alianza, extendiéndose más tarde a cerca de 25 países.

El resultado 70 millones de militares, 10 millones de muertos.

Acabada y con el fin de evitar en el futuro situaciones semejantes, se firma una Liga de Naciones encargada de vehiculizar acciones preventivas y de Cooperación Internacional; pero no pudo evitar, sin embargo, un nuevo conflicto: La Segunda Guerra Mundial, que dejó tras de sí: 72 países nominalmente intervinientes, aunque los cuatro protagonistas principales fueron los aliados, el Eje, Japón y Estados Unidos, 60 millones aproximadamente de víctimas, 35 millones de heridos y prisioneros, y 3 millones de desaparecidos.

La labor de la Cruz Roja a través de su Comité Internacional durante las contiendas fue enorme, dada la aceptación casi unánime de sus principios de humanidad, neutralidad e emparcialidad y algunas reticencias y obstáculos de carácter político de varios países. Los asesores del Comité Internacional de la Cruz Roja visitan 524 campos de prisioneros, en los que despliega 4.000 agentes que posibilitan el encuentro de 700.000 personas con sus familiares, alivian la situación alimenticia e higiénica de civiles en zonas ocupadas, llevan cerca de 36 millones de paquetes, y realizan campañas en favor de la renuncia al empleo de gas venenoso.

Ginebra es el centro neurálgico de recepción de 120 millones de cartas interesándose por víctimas y desaparecidos, y se crea un fondo de documentación con más de 7 millones de expedientes.

Durante la guerra civil española ninguno de los dos bandos favoreció la labor de la Institución aunque no por ello dejo de ejercer su misión humanitaria. Decían que los dos protocolos de Ginebra no protegían más que a las víctimas de los conflictos armados internacionales.

Nada más acabada la Segunda Guerra, en 1941, con el objetivo de aliviar las desigualdades entre los países , iniciar una posible recuperación de los combatientes y crear un foro que preservara la paz mundial, comienzan las conversaciones que concluyen con la firma de la Carta de San Francisco formalizando en el 1945, la ONU.

Los años 50 y 60 confirman dos bloques ideológicos perfectamente alineados, liberalismo frente a socialismo, que estrechan sus lazos económicos, más que como ayuda a los mismos, como pretexto para que no se fueran al otro bando. En esa época se produce una fuerte descolonización sobre todo en África y Medio Oriente. La intención de las metrópolis, por continuar su posición de privilegio sobre las antiguas colonias, produjo también, aunque interesada, un gran desarrollo de la cooperación internacional.

Fue la época de considerar la cooperación internacional como una «gestión», casi preventiva para el primer mundo y no como un ejemplo de solidaridad. Posturas, globalizadoras basadas en la pretensión de que el comercio dejara un poso de mejora en los países beneficiados: Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, Organización de Cooperación para el Desarrollo Económico, Comunidad Económica Europea. etc .

Y así, hoy, Cruz Roja Media Luna Roja , 154 años después de aquel deseo de fraternidad de Henry Dunant, continua esforzándose en prevenir y aliviar el sufrimiento humano, protegiendo la vida, la salud y velando por el cumplimiento de los derechos humanos de refugiados y desplazados, frente a desastres naturales o provocados por el hombre, políticas económicas movidas por intereses financieros que generan una injusta desigualdad social o empresas multinacionales que obvian el deterioro del medio ambiente. Es decir, haciendo, junto a las personas, una verdadera y efectiva cooperación internacional.

Llegados a este punto, viene a cuento parafrasear al filósofo y novelista Albert Camus. No en balde, Cruz Roja quiere «hacer historia, pero hacerla estando al servicio de los que la padecen o la sufren».

*Vicepresidente de Cruz Roja en Castellón