No le van nada bien las cosas al periodo de renacimiento que prometió Puig en su toma de posesión. Del dicho al hecho hay un trecho, eso dice el refranero, y esa es la realidad del Consell.

Esta semana hemos conocido por el Síndic de Comptes que, mientras Puig decía que con el gobierno de PSOE y Compromís y el mando a distancia de Podemos no habría recortes, los hubo y de que envergadura. Oltra además de la desatención a los centros de mayores y de menores recortó 7,7 millones a la dependencia en el 2016 y solo tramitó el 20% de las solicitudes que llegaban. Entre plató de televisión y entrevista dejó más de 17.000 solicitudes pendientes de tramitar, recortando el dinero mientras aumentaba hasta 12 el número de asesores. Ya se sabe, hay dinero para asesores pero hay que recortar en dependencia. Y es que la gestión no es el plato fuerte de Oltra quien encadena reparos de intervención por fraccionar contratos, por saltarse la ley de contratos y por pagar mediante enriquecimientos injustos facturas sin contrato. Lo que en el idioma de la consellera Montón se llaman pufos. 34 millones de euros de facturas en el cajón.

Por cierto, Montón acumula récord de facturas en el cajón, 900 millones, de hecho la Sindicatura ha mandado a Fiscalía del Tribunal de Cuentas su gestión en el Hospital Provincial de Castellón, al igual que el Hospital General de Valencia.

LA GRAN APUESTA del Consell de Puig en su renacer ha sido engordar la administración, una auténtica maquinaria al servicio de las nóminas. Hay entes que solo se dedican a pagar nóminas. En el 2016, último año cerrado, las empresas, entidades y sociedades del sector público valenciano crearon un agujero de 355 millones de euros. Otro pufo más de Puig y su Consell. Un roto que ha obligado a Puig a sacar dinero de la construcción de colegios de primaria, 8,5 millones de euros, para inyectarlos en el capital del circuito de Cheste.

Lo más sorprendente de estos pufos más allá de su cuantía y de los 1.023 millones que ha sido incapaz de ejecutar por dejadez es conocer que las modificaciones presupuestarias, por importe de 1.600 millones, no llevaban en los informes del interventor una sola firma sobre si era favorable o desfavorable, simplemente aparecía un cuño. Un informe sin firmas es como un cuento sin personaje. Pero si de gestión sorprendente habla el Síndic en su informe de las cuentas del 2016, es de la que se desarrolla en el Servef. Quizá entre tuit y tuit o post en redes sociales a alguien no le da el tiempo a gestionar. De 138 millones de euros solo pagó en ayudas 14 millones. Todo un prodigio de gestión en una materia tan sensible como el empleo.

2016 fue el año de los pufos de Puig y su Consell, solo han necesitado un año para demostrar que la oposición les sienta muy bien.

*Diputado autonómico del PP