Querido lector:

El primer gobierno autonómico salido de las urnas, el que preside Artur Mas en Cataluña, ya ha comenzado a realizar lo que hará el siguiente pelotón de gobiernos autonómicos pos-22-M: reducir la deuda pública, recortar el gasto público y rentabilizar al máximo los servicios de sus competencias con el menor coste posible. Es decir, protagonizar la segunda fase del recorte público general iniciado por el Gobierno central de Zapatero este año tras la obligación europea, debido a los maltrechos resultados de la economía española y el castigo consiguiente de los mercados internacionales.

Ningún gobierno de los que se examinan en mayo ha realizado planes tan drásticos como los que plantea Cataluña estos días para recortar la sanidad o la enseñanza, en este caso la universitaria, y que tanta polémica han levantado. No se ha hecho hasta ahora porque ni había criterios claros a nivel nacional ni a ningún gobierno autonómico le podía interesar con las elecciones a la vuelta de la esquina. Recuerden lo que le pasó al presidente murciano Luis Valcárcel cuando insinuó el copago sanitario hace unas semanas. Sus detractores opositores por poco lo linchan mediáticamente y los suyos casi lo mandan a galeras.

Todos los gobiernos salientes de las urnas autonómicas, por mucho que digan que no, emplearán la tijera. En servicios, en inversiones y en lo que sea necesario. Se dejará para después del verano o como mucho para los próximos presupuestos del 2012. Va a ser inevitable porque el modelo actual, con cerca de 5 millones de no cotizantes o con menos actividad económica, por solo citar algunas cuestiones, no se sostiene.

Aquí en la Comunitat ocurrirá. Y en cascada vendrán diputaciones y ayuntamientos. Gobierne quien gobierne. Que quede claro. H