Querido lector:

Suscribo absolutamente, como creo que lo hará todo el mundo, el análisis, la crítica y las recomendaciones que el obispo de la diócesis de Segorbe Castellón expone hoy en su artículo dominical y que ayer ya se dio a conocer y cobró notoriedad pública precisamente por no ser habitual que el prelado castellonense arriesgue demasiado su pluma en relación a cuestiones muy comprometidas por lo políticamente incorrecto que pueda resultar.

El obispo Casimiro López Llorente aborda una crítica dura contra la corrupción. Eso sí, sin mencionarla expresamente y cuando ya se ha convertido en uno de los principales problemas sociales y forma parte del ideario común de la ciudadanía a causa de los numerosísimos casos conocidos desde hace seis o siete años a esta parte. Un poco tarde, quizá, para lo que la misma iglesia predica que se espera de ella: ser la vanguardia en el abordaje de los problemas de la sociedad a la que sirve. Pero, si bien tardía en el tiempo, sí que debe ser bienvenida por lo certera y acertada en su fondo y forma, especialmente cuando incide en un aspecto de la crisis económica que no se señala con habitualidad.

Viene a decir el obispo que la crisis económica es consecuencia de la falta de valores y del individualismo, del lucro fácil, del enriquecimiento a cualquier precio, de la especulación y la mentira. Es decir, destaca el aspecto humano, ético e individual de la crisis, un discurso poco habitual en las explicaciones económicas, como subyacente y causa de la quiebra de valores y de principios morales que ha llevado a la crisis económica.

Y en consecuencia pide un rearme moral de los individuos y de las instituciones. Y sobre todo exige a los responsables públicos ejemplaridad y transparencia porque de lo contrario produce desánimo y hastío en la sociedad. Un mensaje, como decía al principio, que todo el mundo suscribiría y que también lo haría si el obispo lo dedicara a la propia institución con la valentía con que la aborda el Papa en relación a los escándalos (Granada), que la minan si no se acometen.