El obsceno escándalo de las tarjetas opacas para gastos privados de 83 consejeros y directivos de Caja Madrid y Bankia avanza por la vía judicial en medio de no menos bochornosas revelaciones de sus dos más destacados implicados, Miguel Blesa y Rodrigo Rato. Sin escrúpulo alguno, el primero de ellos quiso endosar a la aseguradora de la entidad de ahorros el pago de los 16 millones de fianza que le exige el juez Andreu, lo que el magistrado ha rechazado. Rato, por su lado, ha echado mano de una disculpa pueril. “Todo estaba mal, pero yo no lo sabía”, ha dicho al juez, en una confesión de ignorancia que suena increíble en una figura de largo recorrido político (vicepresidente del Gobierno) y financiero (dirigió el FMI).

Pero el caso de Rato abre también otra reflexión sobre la respuesta del PP ante el escándalo. Tras días de intensas presiones, el expresidente de Bankia se ha dado de baja del partido de forma voluntaria y con carácter temporal. En lo que parece una jugada premeditada, después de la rendición de Rato el PP anuncia que paraliza la investigación interna sobre él “porque en estos momentos ya no es militante”. Es una reacción decepcionante que pone en entredicho las manifestaciones de líderes del PP de querer llegar hasta el final en la búsqueda de responsabilidades.