Terminó agosto. Atrás quedan los días de relax, de playa, de piscina, de tiempo libre… Damos ya paso al nuevo curso, a las obligaciones, a la rutina. A la depresión posvacacional se sumará también este otoño en el plano político un panorama desolador, con un Gobierno de Pedro Sánchez y sus secuaces empeñados en quitarnos lo bailao.

Entramos en el mes de septiembre de sopetón con una pelea de gallos entre PSOE y Podemos para imponer una subida de impuestos. Y si no es directamente, será indirectamente, a través del aumento del gasóleo, la tasa de los bancos o el aumento de presión fiscal a las empresas.

¿Sigo? Paralelamente, tenemos el mayor clima de tensión social en años, con agresiones en plena calle en Cataluña, consecuencia de que el PSOE haya dado alas a los independentistas. Y hasta le han leído la cartilla a Sánchez por no defender la inviolabilidad de instituciones como la Justicia, la Corona o la Constitución.

La política del PSOE ya está desacelerando la economía, y con ella la recuperación y el empleo. No se revisa el modelo de financiación, nos quedamos fuera de la bonificación de la autopista AP-7 que sí va a disfrutar Cataluña, no se invierte en carreteras ni ferrocarriles... ¿Y en inmigración? Hemos pasado del Welcome Refugees y las fotos a las devoluciones en caliente y a un efecto llamada sin precedentes.

Mientras tanto, tenemos un presidente del todo ausente, abonado a los aviones y helicópteros para usos privados, que solamente se preocupa de enchufar a familiares directos y amigos, y al que le gusta viajar fuera de España mientras sus acólitos azuzan el fantasma de las dos Españas para tapar su absoluta incompetencia.

Disfruten de lo que les queda del verano, porque el otoño, con Pedro Sánchez al frente del país, va a ser de aúpa.

*Alcaldesa de Vall d’Alba. Vicesecretaria de Organización del PPCS