Aunque las tecnologías de la sociedad de la información resultan algo cotidiano y para muchos imprescindible hace sólo 15 años que se sentaron las bases de la world wide web como sistema para el intercambio de información en el entorno académico. Y fue a partir de 1994, cuando con el navegador Mosaic y sus funcionalidades para integrar imágenes en las páginas web, se advirtieron sus enormes potencialidades y comenzó su crecimiento exponencial.

Su desarrollo se debe a la conjunción de diversos factores, entre los que destacan la dimensión mundial y descentralizada de la red y la retroalimentación que se produce entre la rapidez con que fluye la información y el incremento de la capacidad de los equipos y tecnologías de procesamiento de la información que, a su vez, incrementa la información procesada. También entre el conocimiento que se genera y la innovación que se produce con la aplicación de esos conocimientos, que genera nuevos conocimientos a ritmo de vértigo. Resultó decisivo en este sentido que Tim Berners-Lee (y el CERN para el que trabajaba) ofreciesen la tecnología en la que se apoyan las web de forma libre y abierta a todos así como la cultura de liberación del conocimiento que se apoya en la ética de devolver a la red lo que ella te ha dado.

ESTAMOS ANTE una verdadera revolución que lleva aparejada una profunda transformación social. El sociólogo Manuel Castells señala que estamos ante un acontecimiento histórico al menos tan importante como lo fue la revolución industrial del siglo XVIII. También se ha hablado de un nuevo espacio social, el tercer entorno, muy diferente de los entornos naturales y de los entornos urbanos. Todas las ciencias sociales van a tener que reconsiderar, si no lo están haciendo ya, muchos de los conceptos esenciales sobre los que se construyeron para dar explicación a una realidad bien distinta.

No se trata sólo de estudiar la utilización de las tecnologías de la información como medio de comunicación sino hay que ir mucho más lejos. Con las nociones y pautas tradicionales difícilmente pueden entenderse las relaciones que se producen en este espacio que no se asienta sobre un territorio, en el que no resulta relevante la pertenencia social a un grupo y en el que no hay un poder establecido.

No pretendemos abordar estos cambios sino, mucho más modestamente, exponer algunas de las razones por las que resulta imprescindible que las administraciones públicas se impliquen decididamente en el impulso y desarrollo de la Sociedad de la Información. Tanto la administración central del Estado, con el plan Avanza, como la administración autonómica valenciana, con el plan Avantic, han manifestado su preocupación por esta materia. Los planes estratégicos elaborados son meritorios pero se hace necesario pasar decididamente a la acción, sin escatimar recursos, si se quiere efectuar una seria apuesta de futuro.

EN PRIMER LUGAR en el ámbito formativo. No es suficiente con dedicar unas pocas horas a la tecnología o a la informática en los currículos formativos, o potenciar sistemas de formación on line. Las tecnologías de la sociedad de la información son conocimientos instrumentales necesarios para tener acceso a otros conocimientos y debieran estar presentes entre las habilidades o competencias que se adquieren y desarrollan en cada una de las programaciones formativas si se quiere evitar una de las principales paradojas de la sociedad de la información consistente en que el coste del acceso a la información y al conocimiento se reduce drásticamente y, sin embargo, se incrementan las desigualdades. Podía pensarse a priori que la Sociedad de la Información iba a producir un efecto redistributivo entre los ciudadanos igualándolos con independencia de su capacidad intelectual (la máquina, hace parte de los procesos) o económica (la información, que es un activo económico esencial, es gratuita o tiene un coste muy reducido). El resultado está siendo el contrario y la brecha es cada vez mayor.

Además, debiera generalizarse entre las administraciones públicas la utilización intensiva de las tecnologías de la sociedad de la información en sus relaciones con los ciudadanos. Hasta ahora salvo excepciones notables entre las que destacan la administración tributaria y la seguridad social, que partían de una intensa informatización previa, la utilización de las tecnologías de la sociedad de la información se limita a ofrecer información institucional a través de una página web o, en el mejor de los casos, a permitir la descarga de formularios. La situación es especialmente preocupante en el ámbito de la administración local, que es la administración de referencia para muchos ciudadanos.

La apuesta intensiva de las administraciones por las tecnologías de la información y la comunicación estimula su utilización y permite la generalización de las acreditaciones fehacientes de identidad en la red mediante certificados digitales, necesarias para relacionarse a distancia con seguridad jurídica, favoreciendo las relaciones jurídicas y económicas en la red. El principal motor para la emisión de los certificados de firma electrónica en España ha sido, hasta la fecha, su utilización para la presentación de la declaración del IRPF. En un futuro inmediato se entregará a todos los ciudadanos cuando se renueven el DNI. ¿Sabrán los ciudadanos qué hacer con él?

ADEMÁS, a causa de la enorme capacidad de penetración y transformación de las nuevas tecnologías, su utilización intensiva en las relaciones entre administración y ciudadanos, unida a los cambios culturales y organizativos necesarios para adoptarlos, se traduce en una administración más eficaz y eficiente, centrada en el ciudadano, con una vocación de servicio, y permite desprenderse definitivamente del lastre de la administración decimonónica reflejada en el "Vuelva usted mañana" de Larra. También favorece un incremento de la transparencia y la participación de los ciudadanos, motivos que por si solos ya debieran ser suficientes.

Este orden de preocupaciones la Universitat Jaume I entrega a todo su personal y a todos sus estudiantes un certificado digital de firma electrónica que sirve para hacer gestiones en la Univeridad, pero también para acreditar fehacientemente su identidad en la red y para firmar documentos electrónicos, proceso que se une a una apuesta intensiva en la utilización de las TIC en materia de gestión (ya hace años que se suprimió el papel en las nóminas o en la solicitud de matrícula) y, también, en la docencia, con un aula virtual apoyada en sofware libre disponible para todas las asignaturas. Pero es un esfuerzo demasiado grande para alcanzarse con actuaciones aisladas.

Dijo Chateubriand que los mayores errores políticos se han cometido por omisión. En un estudio reciente publicado por la Unión Europea sobre indicadores en materia de innovación (http://trendchart.cordis.lu) se señala que las inversiones en tecnologías de la información y la comunicación en España son un 17% inferiores a la media europea. Hay una diferencia fundamental entre ésta y las anteriores revoluciones sociales y es la de la velocidad a la que se producen los cambios, que hace que los costes de quedar excluido sean enormes. Urge rapidez y decisión en la respuesta.

Profesor de Derecho Financiero y

Tributario y miembro de Gintal