El debate sobre la implantación de la tasa turística nos acompaña desde hace años. Es una cuestión recurrente y me atrevería a señalar que transversal. En cuestiones tributarias ninguna fuerza política o gobierno tiene la exclusiva de una pretendida perfección. Veamos en su totalidad la cesta de tributos que pivotan sobre los negocios vinculados a la actividad turística. ¿Acaso el IVA cultural no ha derribado cantidad de iniciativas artísticas que guardan relación con un anhelado modelo de turismo cultural? La política fiscal en este país es controvertida y precisa de altura de miras para cuadrar no solo un círculo, sino toda la geometría derivada de un reparto competencial disperso y excesivamente complejo.

Si el Parlamento Valenciano decide ahora abrir un debate sobre una posible implantación de la tasa debemos considerar, de entrada, dos cuestiones. La primera es que todo cuanto surja de Les Corts nos merece todo el respeto del mundo. En segundo lugar, asistiremos a cualquier debate plural con voluntad constructiva y con el argumentarlo que ya hemos desplegado en diversas ocasiones. A saber:

1. El verdadero caladero de nuevos ingresos se ubica en la lucha contra el intrusismo profesional, la competencia desleal y el alojamiento clandestino que debe aflorar para tributar. Necesitamos un gran acuerdo para mejorar nuestros medios materiales y humanos para lograrlo.

2. Precisamente por eso no parece ni correcto ni justo plantear una tasa solo para el sector del alojamiento reglado que, precisamente, es el que genera empleo, riqueza e impuestos. Gravar solo al alojamiento en nombre del turismo constituye una mirada recortada de la realidad. El turismo está salvando la cara directa e indirectamente a muchos sectores y subsectores de la maltrecha economía. El sector turístico lo ha pasado muy mal. Estamos en una fase de recuperación y cierto avance hacia la desestacionalización.

3. Necesitamos consolidación. Todavía persisten mercados emisores muy sensibles al precio. En pleno Brexit (pérdida de poder adquisitivo del turista británico) la negociación con touroperadores se tornará más complicada coincidiendo con el regreso de nuestros competidores en el Mediterráneo oriental (algunos análisis sitúan su recuperación en el 2018).

4. La tasa no está ligada necesariamente a la aparición del denominado turismo sostenible y de calidad. Veamos ciertas imágenes de Magaluf en Baleares o Salou en Cataluña. La calidad está vinculada a la gobernanza colaborativa (nada puede hacerse sin la conjura del sector, en Catalunya la famosa tasa fue propuesta por los empresarios), a la apuesta por los productos culturales, las rutas, el patrimonio, experiencias singulares, gastronomía, salud, a los sellos y métricas de excelencia, a los valores éticos, a la formación, a la estrategia del paisaje y la vertebración territorial, la inteligencia de mercados para segmentar la demanda, etc.. Esta es nuestra agenda.

5. Finalmente y por mor de una determinada idea de la hospitalidad (atributo de toda sociedad que quiera ser turística, inclusiva y tolerante), no acabo de ver que, al que venga de fuera (que no viene de gorra y paga por todo) se le grave por ser de fuera y turista.

*Secretario autonómico de Turismo