Querido/a lector/a, con ánimo de ser sincero he de confesar que no disfruté viendo y escuchando la sesión de la moción de censura contra M. Rajoy y el PP. Es más, en general no me gustó ni el tono ni el contenido de las intervenciones de los protagonistas esenciales. O dicho de otra forma, de la moción de censura y con algún detalle o pequeña excepción, que también la hubo, solo me gustó el resultado final. Es decir, que se aprobó y M. Rajoy y el PP desalojaron el Gobierno. Veo ahí, en ese acto, por así decirlo, una cierta dignidad, ética, justicia social o cosa parecida. Solo en ese terreno, el de la justa consecuencia, la peña ciudadana puede sacar una buena conclusión: me refiero a la que reclama que el político y el partido que no atiende su obligación de defender el bien común debe de dejar las instituciones de la democracia. Así se hizo.

Pero bueno, decía que no me gusto porque más allá de los primeros 15 minutos no vi fino a un Ábalos que, al dejar sin respuesta las lamentables mentiras de M. Rajoy, se vio claramente que no tenía bien estudiada la sentencia ni trabajado su discurso. Al tiempo me pareció impresentable el PP en sus dos versiones, la de M. Rajoy y la de R. Hernando, además de presentar argumentos mezquino hay que tener mucha cara para no reconocer la corrupción probada por los jueces ni pedir perdón. En última instancia A. Rivera (reconozco que con este individuo me engañé, en algún momento de mi vida pensé que podía representar una derecha civilizada y democrática) me pareció impresentable por su discurso oportunista y fascista de confrontación entre los pueblos de España. En cualquier caso, me gustó el debate y las réplicas entre P. Sánchez y P. Iglesias, una reflexión valiente y desde la convicción, un anuncio de colaboración para intentar gobernar un país en condiciones muy difíciles y con vocación de llevarlo a buen puerto. El tiempo dirá. Espero que así sea.

*Analista político