Querido lector:

Nadie podemos tener pruebas de nada, pero sí importantes indicios de lo que está pasando con el Castor. Unos indicios ahora evidentes que antes eran sospechas y que seguramente este año serán hechos.

Me refiero a que el macroproyecto de gas Castor ubicado por decisión estratégica del ministro de Industria, en su día Miguel Sebastián, frente a la costa de Vinaròs con la más nefasta y peor previsión energética nunca vista hasta ahora, con un coste escandalosamente insostenible de 1.300 millones de euros, cuya construcción y gestión fue adjudicada a ACS, constructora del presidente del Real Madrid, Florentino Pérez en asociación con la multinacional canadiense Escal, y que ha provocado más de 500 seísmos nada más comenzó a funcionar en pruebas hace tres meses con la consiguiente alarma social a todos los niveles, es muy posible que este mismo año se ponga en marcha.

Los indicios son dos. Por un lado, las declaraciones de la propia empresa adjudicataria ayer mismo de que ya ha entregado al Ministerio de Industria la auditoría técnica y contable sobre el almacenamiento subterráneo de gas Castor considerando que los problemas serán solucionados “satisfactoriamente”, por lo que la planta podrá entrar en funcionamiento comercial a lo largo de este ejercicio.

Y por otro, la ya denunciada pasividad y retraso desesperantes del Ministerio de Industria que ahora dirige José Manuel Soria en adoptar una decisión sobre si se pone en marcha o se clausura esta infraestructura. Por una parte, tras los informes geológicos que apuntan a riesgos evidentes de nueva sismicidad si se inyecta gas de nuevo y por otra, tras los costes económicos que puede suponer el hecho de que la concesionaria del proyecto tenga derecho a devolver la concesión en cualquier momento durante 25 años a contar desde el otorgamiento de la concesión, con derecho al cobro del valor neto contable de la misma salvo dolo o negligencia.

Ambos indicios evidencian una nada transparente gestión y por tanto una nada positiva decisión.