Aunque las previsiones ya apuntaban que The artist sería la gran triunfadora de la 84ª edición de los Oscar, es muy significativo que los académicos hayan distinguido a esta película, que no es norteamericana, como la mejor del año, la mejor dirigida y la mejor interpretada. Esta producción franco-belga, que solo costó 12 millones de dólares, se ha hecho con las cinco estatuillas más valoradas.

Lo que más distingue a The artist del resto es que es muda y está rodada en blanco y negro. Pero no solo es eso. Es una historia poderosa de cine dentro del cine que rinde homenaje al Hollywood de los años 20 en el tránsito precisamente del cine mudo al sonoro, que narra a través de sus personajes la capacidad de la industria cinematográfica estadounidense para adaptarse a las nuevas tecnologías.

No deja de sorprender que en unos tiempos en los que los estudios se esfuerzan por incorporar los efectos especiales más virtuosos, la película estrella del año sea una en la que los actores no hablan y tampoco hay color. Probablemente, lo que caracteriza más a The artist, lo que más ha gustado, es el talento de un director que consigue viajar a la esencia del cine con un presupuesto mínimo.