La eclosión mediática del presidente Sánchez no nubla la verdadera forma de hacer política de su novel gobierno. Puig y Oltra, más el primero que la segunda, se las prometían muy felices con el nuevo inquilino de Moncloa. Era una señal de que las cosas iban a cambiar para la Comunitat, eso nos contaron. Lo cierto es que el goteo incesante de nombramientos ministeriales parecía un presagio para los huéspedes del Palau de la Generalitat, por aquello de qué más ministros valencianos significaba más cuota de poder, algo ciertamente más propio de un pensamiento muy básico que de una realidad. De lo contrario, el exministro de la Serna se habría convertido en valenciano a juzgar por su excelente gestión en Fomento para nuestro territorio. Con todos esos mimbres se empezó, desde los socialistas a Compromís, a construir un relato basado en las bondades del gobierno de Sánchez para con la Comunitat. Pero en esas fechas acción ninguna, expectativas muchas.

La primera acción del gobierno del socialista Sánchez, que es como verdaderamente se mide la política, fue un auténtico bofetón a los valencianos, pero lo más grave, una verdadera rectificación a la política de Puig. Al grito de no va a haber nueva financiación autonómica, el presidente cerró el libro del cuento que durante tres años nos habían contado. El silencio se apoderó de Puig y todo el sequito socialista, incluso sus socios de Compromís y Podemos deambularon por el alambre conscientes que un paso en falso les llevaba al abismo de tres años de engaños a todos los valencianos, con falsas reivindicaciones y postureos en manifestaciones.

Lo cierto es que a día de hoy, con todos los estudios para la nueva financiación realizados, y con la fecha de mitad de junio para abordar la nueva financiación en un Consejo de Política Fiscal y Financiera donde, por parte del anterior gobierno de Rajoy, existía un compromiso de reestructurar la deuda autonómica asumiendo una parte, resulta que todo eso, de la noche al día se ha olvidado. Y lo peor es que los socialistas, Compromís y Podemos callan. Han tocado a retirada, se retiran de la reivindicación y la movilización. Antes la financiación autonómica era la batalla diaria que prestar a Rajoy, hoy el silencio es el tributo al presidente Sánchez.

Puig y Oltra se han convertido en sumisos al dictado de Sánchez. Hace un mes, sin financiación y 16.000 millones, la Comunitat estaba abocada a la quiebra de las prestaciones de servicios más básicos. Hoy el cambio de cromos dice que hay que callar y aparentar que algo se hará sin saber ni cuando ni como.

La llegada de Sánchez a la Moncloa ha servido para certificar que Oltra y Puig, Puig y Oltra jugaban políticamente a su antojo con los intereses de los valencianos y dramatizaban una situación para ocultar su nefasta gestión económica y política. Todo se fiaba a ir contra Rajoy para ocultar la realidad del día a día del Botànic. Hoy, curiosamente, el silencio es la moneda que enseñan a los valencianos como tributo a Sánchez. Toca callar, es el momento de la retirada, no alzar la voz porque Sánchez duerme la financiación valenciana y no hay que despertarla. Los sueños de Sánchez empiezan a ser la pesadilla para los valencianos.

*Diputado del PP en el Congreso